El programa Arrels Culinàries del CIPFP de Dénia fomenta la transmisión intergeneracional del conocimiento
Un manojo de estudiantes de formación profesional que se preparan para dirigir una cocina; unas tazas de jóvenes alumnos de Primaria y aulas específicas que viven una aventura entre cacharros y varias cucharadas soperas de personas mayores que no pierden el interés por aprender. Colocar en una cocina, aplicar un menú de kilómetro 0 y añadir unas chispas de diálogo intergeneracional. Resultado: taller navideño en el Centro Integrado Pública de Formación Profesional (CIPFP) de Dénia.

Entre fogones no hay barreras de edad. O al menos, eso es lo que se desprende de los talleres de cocina tradicional que, por segundo año consecutivo, ha organizado el centro integrado de FP. La actividad se enmarca en el proyecto de innovación educativa Arrels Culinàries y no solo abre las puertas al aprendizaje y a dar a conocer la labor del centro. Es también un lugar de intercambio o transferencia de conocimiento donde todos los participantes tienen la oportunidad de expresarse.
En el caso de las personas mayores, para el alumnado del CIPFP, los talleres son una práctica a nivel formativo de la que, sin embargo, se llevan muchas cosas más. Jordi, estudiante de dirección de cocina, aplaude la iniciativa. “Es magnífico que un ente público te facilite aprender de los mayores”, señala. Ellos les aportan su experiencia -el próximo trimestre volverán a sus cocinas para dirigir a los estudiantes en la elaboración de algunas recetas tradicionales- “pero también otras cosas”.

Durante el taller se habla de cocina y además, si se tercia, de aspectos de la vida de las personas que reúne. Es interesante descubrir, por ejemplo, qué se prepara en la casa de una familia holandesa por Navidad. Pero, sobre todo, comprobar cómo a veces generaciones tan distantes y distintas pueden estar tan cerca y tener tanto en común.
Para el taller se eligen recetas que no tengan demasiada dificultad, elaboradas con productos de kilómetro 0 y de temporada. La idea es que las personas que participan puedan trasladarlas a la mesa de Navidad.
El alumnado, que después será evaluado, es quien dirige a los participantes. Juan Cervera, profesor del centro, explica que la actividad tiene un carácter excepcional y que, en buena medida, sirve para empoderar a los estudiantes. Destaca la conexión que hay entre ellos y las personas mayores y se muestra satisfecho de comprobar que algunas han repetido.

Nieves es una de ellas. El año pasado aprendió a ablandar el calamar para elaborar unas croquetas, “porque aquí siempre aprendes algo”. La repostería la vuelve loca y no le importa pasar horas y horas en la cocina. “Ella y la pintura son mis hobbies”, declara.
También Nadia ha descubierto técnicas y recetas nuevas en los talleres del CIPFP, “donde disfruto mucho de lo que hacemos”. Porque allí se va a aprender y a disfrutar. “Es una actividad muy positiva, en la que se crea una relación entre generaciones totalmente diferentes”, añade otro de los formadores, Guillem Fornés.

Detrás de todo ello hay un trabajo previo del alumnado sobre el origen de las recetas y la búsqueda de productos de temporada y de proximidad. Por ejemplo, en esta ocasión, las mandarinas, las pasas de Jesús Pobre o la mistela de Teulada.
Un paté de campaña con un toque de gamba abre el menú de este año. El plato principal es pollo relleno con pasas y orejones acompañado de salsa de mistela. Y, de postre, mandarina cheesecake, que requiere elaborar un puré de piel de mandarina con chocolate blanco, un cremoso de queso y un streussel con cacao.

En los talleres, los jóvenes aportan técnicas innovadoras y los mayores amplían sus conocimientos. A Fornés le resulta especialmente curioso el interés de los hombres, que tal vez por tener una base y una experiencia menor en la cocina se lo toman más a rajatabla. “Nosotros”, indica Rafa, “venimos porque nos gusta la cocina”, quien subraya a renglón seguido la gran labor que se está haciendo desde el centro con iniciativas como ésta.
Ahora hay que prepararse para la próxima visita. En enero, los papeles se cambiarán y los mayores tendrán que sorprender a los estudiantes con sus recetas, técnicas y conocimientos.








