Siempre he abogado por vivir el momento, no perder tiempo con el pasado del que hay que guardar y tener muy en cuenta la experiencia acumulada, no perder tiempo pensando en el futuro, ese que no llega nunca, intenten vivir «mañana» verán como siempre es «hoy».
Por tanto, «hoy» es aquello que debemos vivir, intensamente, no sea que en ese mañana no quede nada de lo que hoy podemos disfrutar.
Después de los 60, los humanos se ponen tontitos, desperdician enormes cantidades de tiempo, energía y hasta imaginación en ser o parecer más jóvenes.
El macho ya cincuentón que quiere mantenerse tableta para que su chica dieciocho años menor que él y algo rellenita no ponga sus azules ojos en los abdominales de algún joven de su misma edad.
Si los va a poner igual, pérdida de dinero y tiempo en el gimnasio.
Si ella lo quiere por su inteligencia y sus canas de hombre maduro.
Mientras, él se pierde vivir sus cincuenta y pocos pretendiendo tener treinta años menos, que seguro ya no volverán.
O aquel que apenas empiezan las canas se tiñe el pelo, menuda tontería, aún aplicándose tinte en las cejas y el bigote, todos nos damos cuenta que está todo tintado, parece más joven, sí, sólo lo parece porque a nadie se escapa que es tinte y que por lo menos es diez años mayor de lo que pretende aparentar.
Las canas hacen al hombre más interesante, de la mujer ya hablaremos más abajo.
Y el que tapa la calva dejándose el pelo largo desde un lado, ese que con viento se eleva o en la piscina nada a su lado (el pelo).
Todo por parecer más joven, precisamente en una época donde ser joven no es precisamente carnet de «más o mejor».
La mujer se tiñe las canas, se opera todo lo operable, estira la piel, hace dietas imposibles, se pinta la cara dibujando otra encima de la suya original, siempre más guapa y más joven.
Si todo esto fuese un secreto inviolable e inviolado, tal vez, pero siendo algo tan evidente, lo que se consigue es perder la autenticidad, dejar de ser uno mismo para ser otro que además, no engaña a nadie y muchas veces hace el ridículo.
Lo realmente importante es que con esta actitud, no se vive la verdadera edad, el momento real de cada vida, sino que se pasa por este tramo de la vida haciendo teatro, interpretando un papel ajeno, desperdiciando la oportunidad «única» de vivir ese período de años tal cual son.
Son esos años en los que uno puede hacer exactamente lo que quiera, siempre que no moleste a los demás, sin necesidad de pensar en cómo nos están viendo.
No se puede retroceder en el tiempo, si te gusta ir con disfraz de joven, este es el momento, pero si quieres disfrutar de lo auténtico, sé tú, con tus años, tus canas, tus arrugas, tu barriguita y especialmente tu manera de ser, que es por la que los demás te aprecian y quieren.
Nadie bebe un buen vino por su envase sino por el caldo que lleva dentro.