¿Viajar es bueno para la salud?

INÉS ROIG (*)

Viajar activa la mente, flexibiliza la forma de pensar, reactiva sensaciones, implica un cambio de rutina que fomenta la sana atención, facilita una interrelación más íntima cuando se viaja, incluso puede cambiar la visión sobre algunos aspectos de la vida.
Pero viajar también puede llegar a ser perjudicial. Puede afectar negativamente a la salud, desde fomentar la obesidad, aumentar la presión arterial, sobre todo cuando se trata de viajes de negocios, hasta la ansiedad al tener que planificar y viajar con toda la familia. Por si fuera poco en época vacacional se incrementa el número de rupturas de parejas.
¿Hasta qué punto beneficia viajar? ¿Cuántos días son necesarios para descansar realmente?¿Con quién viajar?¿Mejor hacerlo solo?
Cuando alguien comenta que media vida se la pasa viajando de un lado para otro porque el trabajo se lo exige, se acostumbra a mirarlo con cierta envidia. Aunque, cuando de negocios se trata no parece tan bueno para la salud. Las personas que viajan habitualmente tienen mayor tendencia a la obesidad, los índices de colesterol superan la media y, en general, su estado de salud es más precario. En general, las personas que viajan 20 días o más al mes tienen peor salud, desde una mayor tendencia a la obesidad, a una presión arterial más alta. Seguramente una de las claves para disminuir este riesgo no es tanto no viajar como cuidar el tipo de dieta.
También en temas relacionados con la pareja pueden producirse consecuencias negativas relacionadas con los viajes. Durante los viajes se produce una mayor convivencia, la relación es más intensa. Tanto si nos llevamos bien con nuestra pareja, como si ya hay tensiones, esos días son momentos más difíciles donde se pueden producir roces.. En un viaje se mezcla el deseo de hacer lo que uno quiere con el deseo de que el otro también quiere hacer lo que quiere. Requiere capacidad comunicativa y querer hacer cosas juntos. En ese periodo, sobre todo al volver de viaje, es cuando se concentra la tercera parte de los divorcios que se producen al año.
Pero no todo son malas noticias, viajar en pareja muchas veces puede llegar a mejorar la vida sexual. Las parejas que viajan juntas tienen relaciones más sanas y mejor sexo que aquellas que no lo hacen. Disponen de más tiempo para hablar, comunicarse, intercambiar inquietudes y deseos. Es un cambio de escenario y un descano de las rutinas, ya sea relacionadas con el hogar y los niños, como con el de los horarios laborales.
Tampoco se trata siempre de sexo. Viajar puede ser sinónimo de descubrir otros placeres. Descubrir rincones, descubrir paisajes, incluso descubrir nuevas costumbres. En cualquier caso, descubrir.
Y nunca es tarde para viajar. Puede llegar a formar parte de los factores que ayudan a alargar la vida, o como mínimo la sensación de bienestar. Hay una clara relación con la felicidad porque viajar puede fomentar emociones positivas como alegría, interés y amor.
Como hemos visto, viajar demasiado puede convertirse en una fuente de efectos negativos. Pero no viajar nada tampoco es bueno. Según distintos estudios, lo ideal, sería viajar entre uno y seis días cada mes. El viaje debe ser fuente de descanso y no de preocupaciones. En el caso de ir con niños mucho mejor planificarse bien para que esos días de viaje sean realmente fuente de descanso y no de preocupaciones. No se trata de hacer todo lo que se puede hacer durante un viaje, si no de tomarlo con la mayor tranquilidad posible. Pero, tan importante es el viaje como la vuelta a casa. En ocasiones la fuente de estrés se produce cuando el viaje se termina y hay que volver a la rutina habitual.
Cuando las vacaciones tocan a su fin puede producirse el síndrome posvacacional, y que engloba una sintomatología que va desde el cansancio aparentemente inexplicable hasta algunos dolores de tipo muscular, así como algunos trastornos digestivos y un estado de ánimo bajo. La vuelta de vacaciones es uno de los momentos que se detecta un mayor número de personas estresadas. Pero la componente esencial sigue siendo la dificultad por gestionar la insatisfacción de unas circunstancias que no gustan.
Cuesta volver. Mejor volver con ganas.

(*) Farmacéutica

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