Los chiringuitos de montaña toman auge en el interior de la comarca con propuestas frescas y muy mediterráneas
“Es como estar en Ibiza pero rodeados de monte”, Cori García, del Bloddy Mary Mountain Xiringo
LLUÍS PONS
Tal vez sea lo único que se podría echar de menos, la playa, aunque quizás no tanto. Porque su estratégico emplazamiento junto a las piscinas, por lo general públicas, cubre con solvencia las urgencias de un baño reconfortante que ayude a combatir el sofocante calor del verano. Se trata de los chiringuitos de montaña, una versión rural de los entrañables y refrescantes chiringuitos de playa que algunos descubrimos por primera vez a través de la serie televisiva Verano Azul.
La idea es copiada, aunque hace falta algo más que ingenio para dar alma a ese conjunto de cuatro paredes que en su día se alzaron junto a las piscinas municipales, en poblaciones de menor población y más alejadas de la primera línea del litoral, para dar servicio muy básico con los clásicos refrescos y helados y alguna que otra bolsa de patatas fritas.
No obstante y desde hace unas temporadas, los chiringuitos de montaña, versión 2.0, están tomando auge en poblaciones del interior con propuestas muy frescas y mediterráneas que atraen cada vez más público. El Bloddy Mary Mountain Xiringo de Benimeli, pionero en la comarca, es su más claro exponente. El proyecto va por la sexta temporada y cada vez cuenta con más clientes y seguidores.
“Había que intentar algo diferente, reformar la instalación y también mejorar la oferta gastronómica”, señala Cori García, una cordobesa afincada en Benimeli desde hace quince años con experiencia en el sector de la hostelería. El plan gustó al Ayuntamiento y se cerró la concesión de este espacio público. A partir de ahí, con la ayuda del diseñador Juan Llorca, el escenario fue tomando forma con una terraza cubierta en acabados de madera, con tonos en azul claro y blanco, y su propia zona chill out. “Es como si estuviéramos en Ibiza pero rodeados de monte”, señala Cori.
De hecho esa es la principal diferencia, el entorno. Las vistas desde el chiringuito de montaña son mucho más versátiles y alejadas del uniforme horizonte marino que ofrecen los clásicos de playa. También su emplazamiento, en zonas tranquilas y con fácil aparcamiento, que nada tiene que ver con el bullicio de las zonas más saturadas del litoral, suponen un punto a favor de este nuevo formato de chiringuitos.
Otra de las claves que han llenado de atractivo estos espacios es la carta de menús. Dentro de los márgenes que permiten los recursos disponible -la dimensión de las cocinas suele ser reducida-, el aspecto gastronómico ha mejorado en calidad y cantidad. Por ejemplo, el Bloddy Mary dispone ya de un buen surtido de tapas, ensaladas -con productos ecológicos y de proximidad- y platos, entre los que se incluyen la paella de pollo y conejo con verduras, que nada tiene que envidiar a la carta del mejor chiringuito de playa.
Y por último, como no, la música en directo. El amplio y confortable espacio de terraza abierta de estos chiringuitos permite disfrutar de los agradables atardeceres al ritmo de la música más variada con las máximas garantías de seguridad sanitaria. En el caso de Los Directos en Bloddy Mary, como se han titulado la serie de actuaciones de cada domingo, intervinieron en el último turno los intrépidos de La Suite Rumba, que conectaron con el público a través de versiones a guitarra de conocidos autores.
TORMOS Y LAGUAR, EN PLENA MONTAÑA
Tormos es otro de los destinos en los que se localiza un chiringuito de montaña. Los tonos oscuros que abrazaban el local se sustituyeron por otro tipo de colorido más apacible a la vista, con protagonismo para el azul turquesa. Elementos más rurales como los cañizos forman parte del decorado, que combina por la noche con una sugerente iluminación. También cuenta con su zona de chill-out y una oferta gastronómica mejorada, con tapas, bocadillos y hamburguesas y paellas los fines de semana y por encargo.
La transformación arrancó hace cuatro años, cuando Félix Aranda reabrió un local que permanecía cerrado. “Una de las diferencias respecto de los chiringuitos de la playa es que aquí puedes tomar el baño en la piscina y luego no te ensucias con la arena”, aprecia Félix.
En Laguar su principal atractivo son sin duda las vistas, según admite Sheila, su gerente. “Los fines de semana se llena, porque a la gente le gusta la tranquilidad, la paz y las vistas de este sitio”, señala. “Este es un chiringuito muy rural, como si fuera un bar de pueblo, pero con piscina y buenas vistas”, puntualiza. Y también música en directo, ya que en estas fechas programa una o dos actuaciones artísticas.
Los chiringuitos de montaña, una refrescante opción que se suma a la oferta veraniega de la comarca que atrapa a público de todos los gustos, edades y procedencias.