Rosario Donderis Sala entró en el año 1993 en la unidad de ocupación y formación del Módulo de Promoción y Desarrollo del Ayuntamiento de Dénia, un proyecto de desarrollo local para jóvenes titulados menores de 25 años, contratados en prácticas, en el que participaba el INEM. Fueron los encargados desarrollar el proyecto de Creama, incluido en el Plan Estratégico de la Ciudad. Se implicaron los ayuntamientos de Benissa y Pego y también la Diputación de Alicante. La junta general constituyente se celebró en enero de 1995. Llegaron los proyectos europeos, como el Horizon Personas, que suponía la gestión de 100 millones de pesetas en dos años. En 2015 asumió la gerencia del consorcio.
PREGUNTA: ¿Cómo recuerda esos primeros años?
RESPUESTA: Con mucha ilusión. Participábamos de una utopía. Tres pueblos, Dénia, Benissa y Pego, trabajando juntos con la Diputación y el INEM. A nosotros nos dirigía Carmelo Nofuentes. También estaba Antonio Calero, que era algo así como el enlace entre Creama y el Ayuntamiento de Dénia. Teníamos 21, 22 años. Acerté el momento. Estudié graduado social y no tenía ni idea de que este trabajo existía. Había estado en una asesoría haciendo prácticas. Aquí me di cuenta de que había un campo muy bonito en el que trabajar. Recuerdo que fuimos a Vilafranca del Penedés y a Cornellà con Ricard Pérez a conocer experiencias de desarrollo local de tipo comarcal. Estaban a otro nivel, ellos miraban mucho hacia Europa. Aquí no había ninguna experiencia de ese tipo. Teníamos mucha ilusión e hicimos mucho trabajo, no mirábamos las horas. Creo que esa ilusión no la hemos perdido. Tenemos una presencia en la comarca. Nuestra manera de trabajar y gestionar va contracorriente. Lo nuestro es compartir, ser solidarios, cooperar, alejarnos de localismos. No es fácil. El mercado de trabajo y el sistema empresarial no saben dónde se acaba el término municipal. Lo veo todas las mañanas en la cantidad de coches que entran y salen de Dénia. Y eso que el sistema de movilidad en la comarca es muy deficiente.
P: ¿Hay rivalidad entre municipios? R: Más bien una visión política corta de miras. Creama es como su lema dice, ‘treballem junts per la comarca’. Y ahí tenemos que guardar muchos equilibrios, entre las prioridades a nivel local y el trabajo a nivel comarcal. Recordar que no hay un solo protagonista, que los éxitos y los fracasos son de todos. Lo bonito ha sido que, a pesar de los colores políticos, nunca se ha puesto el partido por delante de la entidad. Hemos trabajado a una y las decisiones se han tomado por consenso. Cuando no lo ha habido, los asuntos se han dejado sobre la mesa.
P: ¿Ha pasado muchas veces?
R: No. En la crisis del 2008 sí que ocurrió alguna vez. Fue una situación excepcional. En la gestión de proyectos no ha pasado. Hemos demostrado voluntad de llegar a acuerdos.
P: De tres agencias han pasado a ocho. ¿Suficientes?
R: Somos Dénia, Benissa, Pego, Gata, Pedreguer, Teulada, Xàbia y Calp. Estamos en el trámite de que se vuelva a incorporar El Verger. Deberíamos ser más. Todos deberían ser capaces de entender los aspectos positivos para el desarrollo económico de estar en una entidad como Creama. De hecho, trabajamos para que se incorporen otros ayuntamientos, pero el proceso es largo. El resultado de nuestro trabajo es intangible y difícil de ver. Lo deseable sería desarrollar proyectos comarcales más ambiciosos. Somos la secretaría técnica del Pacto por la Ocupación, en el que están 32 de los 33 municipios de la comarca. Ahí trabajamos para llevar a cabo los proyectos territoriales y somos capaces de ponernos de acuerdo con los sindicatos y con la CEV. Hemos demostrado ir los 32 ayuntamientos a una, alcaldes de colores distintos.
P: La Marina Alta es la segunda comarca valenciana en cuanto a nivel de pobreza. ¿Cómo se explica?
R: Es una paradoja. Somos una de las comarcas más pobres y somos una de las que menor tasa de paro tiene. Es algo que llama la atención. Creo que aquí hay mucha economía sumergida. También el sector servicios es el más dinámico y sus convenios colectivos no tienen unos salarios demasiado altos. Hemos de fijarnos además en las categorías profesionales. Por ejemplo, en el CdT se da una formación buenísima, con un nivel de cualificación alto y sin embargo después los indicadores de inserción laboral no se corresponden con ese nivel alto. Hay un desfase. Y creo que eso no ocurre solo en la hostelería, es un problema a nivel general. Pero si te fijas en los últimos informes del Observatori, en lo relativo al mercado de trabajo nos hemos recuperado muchísimo en los últimos cinco años, estamos a niveles superiores a antes del covid en cuanto a ocupa
P: En la comarca podemos encontrar casas de 2 o 3 millones de euros pero la gente, sobre todo los jóvenes, no pueden acceder a una vivienda.
R: Ahí ha influido mucho el tema de los alquileres turísticos descontrolados. Toda la vida ha habido alquileres turísticos, pero nunca ha ocurrido lo que pasa ahora. Hay gente que no puede venir a vivir aquí porque no puede pagar el alquiler. Y sin embargo hay falta de mano de obra. Lo podemos ver también como una oportunidad para los municipios del interior.
P: Pero tropezamos con otro problema, el de las comunicaciones.
R: Está claro, si no tienes coche no puedes vivir en Laguar y trabajar en Dénia. Tampoco vivir en Dénia y trabajar en Xàbia. A nivel de movilidad estamos fatal. Un estudio que hicimos con la Universidad de Valencia en 2019 proponía soluciones innovadoras, sostenibles. Lo dimos a conocer, pero hay tantas administraciones implicadas en el tema de la movilidad… Son cosas que se escapan del sentido común.
P: Somos una comarca de servicios que vive mayoritariamente del turismo. ¿Es ahí donde está el fallo?
R: No creo que sea un fallo. Tenemos la suerte de vivir en una comarca tan bonita y con tantos recursos naturales y culturales que es normal que vivamos del turismo. Tenemos que saber apreciarlo para no saber malgastarlo. Somos una comarca de servicios y tenemos que potenciar otros sectores como la agricultura, que nos ayuda a tener y mantener el paisaje que da valor al turismo, como el sector de la industria para que las personas que hemos formado, en las que hemos invertido, den un retorno en conocimiento a la comarca, a la sociedad. Eso refuerza todo el entramado empresarial. Pero eso no quiere decir que el turismo sea malo. Ahora bien, si siempre queremos más, más y más puede ser malo, acabas con los recursos naturales y por no poder ir a la playa a municipios como Dénia o Xàbia en agosto de tanta gente que hay, o salir incluso a cenar sin reserva. El turismo es malo si está mal gestionado.
P: Entonces, ¿lo estamos gestionando mal?
R: Ha sido una situación sobrevenida y se están buscando soluciones desde los municipios, que también se han dado cuenta de ello. El sector es consciente de ello y desde AEHTMA por ejemplo están muy involucrados en el tema de la sostenibilidad. Hay voluntad también de consumir productos de proximidad… Pero la realidad es la que es y tropezamos con un sistema de producción que, aunque está cambiando, tiene que evolucionar. En el proyecto del Passaport Marina Alta se hizo un estudio con los pueblos del interior con el objetivo de dinamizar su actividad económica aprovechando el turismo de sol y playa. El resultado fue que esos pueblos no quieren caer en la masificación. Se cambiaron algunas cosas y promovimos alianzas entre empresas potenciando la actividad económica de empresas del interior sin necesidad de hacer llegar un autobús hasta allí. Por ejemplo, si hay un productor de miel se le pone en contacto en una empresa de viajes en barco que ofrece experiencias a bordo con esa miel.
P: Leía hace unos días una entrevista en la que un valenciano decía que somos más negociantes que empresarios. ¿Nos falta cultura empresarial?
R: Creo que sí, es una de las cosas que los mismos empresarios dicen. Falta formación. Los valencianos somos muy emprendedores y trabajadores. Pero nos falta cultura de empresa. Una empresa no es solo ganar dinero. Es también retornar, involucrarse en la formación. En el Consell Territorial de la FP del otro día un empresario defendió la obligación de las empresas de coger a personas en prácticas y colaborar en el sistema de formación profesional. Ese tipo de visión a veces falta. Pero no debemos pensar que la cultura empresarial está ligada a empresas grandes. Las más grandes tienen más posibilidad de visibilizar lo que hacen, porque tienen más recursos, pero hay muchas empresas pequeñas que hacen cosas que entran dentro de esa cultura empresarial. Una de las cosas pendientes, que me gustaría hacer, es un estudio de mortalidad de las empresas. Lo hicimos hace mucho tiempo y las cifras no fueron tan malas. Me sorprendí. A los cinco años, había muchas empresas de los emprendedores que habían pasado por aquí y no solo estaban sobreviviendo, funcionaban bien. Para eso es fundamental, en el momento de constitución de la empresa, ir más allá del deseo de subvenciones. Hay que reflexionar sobre muchas cosas, el producto, la situación de la empresa, la competencia. Montar una empresa es algo muy serio. Igual te hipotecas para toda la vida. Vale la pena empezar poco a poco con los pilares bien asentados.
P: La inversión que se hace en formación da como fruto gente bien preparada. Pero muchos se tienen que ir fuera porque aquí no encuentran oportunidades.
R: Hay gente preparada para trabajar. Un porcentaje se va fuera porque quizás no se dan las opciones laborales o la diversificación suficiente. Pero en los últimos años la situación ha ido cambiando. Cuando yo empecé a trabajar aquí, poca gente joven se quedaba. Los que volvíamos era más bien por apego, decíamos aquello de ‘una cosa por la otra’. Yo tuve la suerte de encontrar un trabajo cualificado. Hubo unos años de un éxodo brutal de gente, los de la crisis. Sin embargo, mucha gente que se fue ha vuelto y trabaja en puestos para los que se formó. Tenemos formación buena en la comarca, se está haciendo un esfuerzo grande por parte de todas las entidades educativas y formativas, de las empresas, por dar una formación que responda a las necesidades del mercado de trabajo. Y eso se está notando.
P: Un organismo como Creama precisa de un apoyo institucional grande.
R: Diputación y ayuntamientos están en igualdad. La presidencia corresponde a la entidad supramunicipal y eso facilita que vayamos todos a una, que no nos identifiquemos con un municipio en concreto.
P: ¿No hay recelos? R: No, se puede trabajar bien. El protagonismo es de todos.
P: ¿Se conoce el trabajo que hacen? Por ejemplo, la función del Observatori. R: No tenemos gabinete de comunicación, pero se nos conoce. El Observatori hace los análisis del mercado de trabajo y muchas cosas más de las que nutre la web, con datos de la comarca en abierto que se pueden consultar. Se hace un trabajo de campo muy importante. Ahora se centra mucho en los ODS. También informes que le solicitan entidades para tomar decisiones a nivel político. Por ejemplo, para pedir un ciclo de FP o los informes sobre la violencia de género o la situación de las mujeres que se realizan para los juzgados.
P: Creama celebra este año el 30 aniversario. ¿Qué impacto ha tenido en el territorio?
R: Un impacto muy positivo. Ha posibilitado que venga mucho dinero de fuera. En diciembre de 2023 habían llegado más de 70 millones de euros a la comarca a través de Creama para trabajar por el desarrollo económico. Hemos ayudado a crear muchas empresas y el impacto a nivel de inserción laboral también ha sido importante. Nos ponen de ejemplo, a la comarca, por las redes internas que hemos tejido en el desarrollo local y por llevar a cabo proyectos de inserción u orientación laboral, de creación de empresas, territoriales, acciones de digitalización. Tenemos claro que nosotros no podemos tener todos los recursos, así que creamos alianzas con quienes los tienen y tratamos de traerlos aquí. Es más eficiente aprovechar los recursos y trabajar juntos, y en eso Creama ha tenido un impacto importante en la comarca. No solo nosotros. Esta comarca tiene experiencias muy buenas de trabajo conjunto, como la Macma, la Massma, y funcionan. Una visión comarcal que hace que la comarca sea dinámica y que esa red territorial de agentes funcione.
“Entre Dénia y La Xara tiene que haber diálogo”
Muy personal
P: ¿Es La Xara un buen lugar para vivir?
R: ¡Ay, sí! Estamos cerca y lejos de todo. Estamos a nada de Dénia, del Centro Comercial… Y al mismo tiempo, es un lugar tranquilo para vivir, nos conocemos todos y los niños juegan en la calle.
P: La Xara nació ‘picant pedra’ y ahora no se ve mucho ‘pedrapiquer’ ni tampoco ninguna actividad principal.
R: Pues no. En el eje de la carretera hay movimiento comercial, pero la mayoría de la gente trabajamos fuera.
P: A ustedes les gustaba decir aquello de que Dénia era el ‘grau’ de La Xara…
R: ¡Continuamos diciéndolo! (risas)
P: … ahora, más bien parece la ciudad dormitorio de Dénia.
R: Sí, es la realidad. Mucha gente trabaja fuera, pero hay gente que se ha montado negocios allí también. También viene mucha gente de Dénia a vivir.
P: La alcaldesa de La Xara ha defendido en alguna ocasión que fuese un pueblo independiente.
R: Si nos dan a gestionar todos los recursos, o una parte importante, si estamos juntos y compartimos, mejor. Pero los impuestos que pagamos tienen que revertir en La Xara de algún modo. Maite (la alcaldesa) ha hecho mucho trabajo, ha traído una trabajadora social, ha dignificado el consultorio con una persona que coge el teléfono y las citas… Si no nos pudiésemos aclarar hablando con Dénia, entonces estaría a favor de la segregación. Tiene que haber diálogo.
P: ¿Lo hay?
R: No lo sé.
P: ¿Con quién se lleva mejor, con el alcalde de Dénia o con la alcaldesa de La Xara?
R: A nivel personal, con los dos. A ella la conozco mucho de La Xara, nos juntamos muchas veces. Y a Vicent lo conozco desde que yo tenía 17 años. Él tocaba en la banda de música y yo estoy relacionada con un músico desde los 17 años.
P: ¿Qué sería de los valencianos sin bandas de música?
R: ¡Muy triste! Los valencianos lo llevamos dentro. En la mayoría de las casas hay un músico.
P: La Xara y Jesús Pobre, dos entidades locales donde se vive de modo muy distinto.
R: Sí. Jesús Pobre está más lejos de Dénia, tiene mucha historia y se asemeja más a un pueblo de interior, ha salvaguardado su identidad. La Xara está en la carretera, más cerca de Dénia, y ha tenido una evolución distinta. Es además un pueblo joven, del siglo XIX.
P: ¡Y encima tienen ‘grau’!
R: ¡Claro!
P: Ustedes son tres hermanas y profesionalmente están ligadas a la función pública. Una en el hospital, otra en la UNED y usted en el Creama. Es curioso.
R: Sí, aunque nuestra evolución es distinta. La única de letras soy yo. Lo mío fue por estar en el momento adecuado en el lugar adecuado. Pero debe haber algo detrás, tal vez los valores que traemos de casa, que nos hacen sentir cómodas en esta vocación de servicio.
P: Lola Orihuel fue gerente de Creama durante veinte años. ¿Qué aprendió de ella?
R: Aprendí muchas cosas. El optimismo vital, es una persona optimista, de echar adelante, de no ver las cosas difíciles. La capacidad de negociación, era brutal en ella. Y algo que a veces no he conseguido. Ella dice que la mirada me delata. Todavía estoy aprendiendo a disimular algunas cosas, que no se me noten. No lo he conseguido del todo. Aquí tienes que saber hacer muchos equilibrios. Ella sabía tener mano derecha y mano izquierda.
P: ¿Cambiaría la Marina Alta por otro lugar?
R: Me gusta mucho el paisaje y las personas. Nunca me iría a otro lugar a vivir. De hecho cuando estaba estudiando quería quedarme un año en Valencia con el bolsillo lleno, para disfrutarla pero lo que más miedo me daba era que me saliese trabajo allí y tenerme que quedar. Yo quería venir aquí, a la Marina.