Antonio Noguera, Javier Cardona y José Tudela ponen cara a un trabajo que esconde pasión por la tierra e historias de sacrificio y resiliencia
En el ambiente del restaurante Les Cuinetes se vive la incertidumbre previa al momento en que el jurado haga público su veredicto. Entre las conversaciones y la buena sintonía que genera el Concurs de la Millor Tomaca de la Marina flota en el aire ese punto de nervios y tensión, se palpa y se intuye en las caras. La mayoría de los concursantes son aficionados, descendientes de familias que han amado y cultivado el campo, apasionados de los tomates y de la tierra. Un veterano en el certamen, Antonio Noguera, de Pedreguer, se lleva el primer premio con un tomate rosa que ha cultivado en su huerto de la partida Alberca, de tierra roja y a la que no le falta el agua. El segundo premio es para Javier Cardona, de Benissa, con un tomate tres cantos. Y el tercero se va a Benigànim, a la comarca de la Vall d’Albaida, y es para un tomate rosa de Salem cultivado por José Tudela, otro clásico en Els Magazinos.

Abrazos, felicitaciones y lágrimas de satisfacción son ahora la nota destacada. También las caras de quienes no han cosechado premio. Porque, como decía una de las concursantes, “ganadores somos todos”. El placer de sembrar los tomates, cuidarlos, verlos crecer, presentarlos al concurso y llegar a la final no tiene precio. Por eso, aunque no haya premio, ha habido recompensa.

Semillas antiguas
A Antonio Noguera le viene la afición por el tomate de familia. Su padre ha sido agricultor y, aunque él se dedica al montaje de cercados metálicos, ha sentido desde hace tiempo el gusanillo del campo. Lleva varios años investigando con semillas antiguas y recopilando información de agricultores de Pedreguer y de otros pueblos. “Has de plantar y probar hasta encontrar el terreno y el clima donde vayan bien esos tomates”, explica.

Él encontró el lugar adecuado para la semilla perfecta, la del tomate rosa de Pedreguer, como él lo llama, en la partida Alberca. Lo planta en febrero y es ahora cuando está en el punto óptimo. “Es como el ‘meló d’Alger’ -añade -, las semillas, la piel y la carne se juntan y se funden y, además, tiene un sabor suave y nada ácido”.
Esta es la segunda temporada que Noguera, que se ha llevado otros permios en ediciones anteriores del certamen, cultiva el tomate rosa de Pedreguer. Para él, la manera ideal de comérselo es “cortándolo por la mitad y a trocitos, aliñado con un poco de sal gruesa y con aceite del bueno”. Y, aunque muchos defiendan lo contrario, enfriándolo antes un poco.
Disfruta hablando de los tomates y él y su esposa son expertos en tomates ‘de penjar’, secos, en conserva y elaborando mermelada. Afirma que cada vez le gusta el mundo del tomate, entre otras cosas, “porque te juntas con buena gente”, asegura.

Un tesoro para el disfrute
De las bondades del tomate y el trabajo de los agricultores se habló, y mucho, durante el concurso. Dos reputados cocineros con estrellas Michelin Quique Dacosta y Ricardo Camarena formaron parte de un jurado que destacó el buen nivel de los tomates presentados. La puntuación para los tres primeros estuvo bastante igualada y quedaron a bastante distancia del cuarto y quinto clasificado.
Quque Dacosta, que actuó de nuevo como presidente del jurado, se refirió a la “ilusión” que hay detrás de cada tomate “un tesoro” concebido para el disfrute que, como el trabajo de quienes lo cultivan, se pone en valor en iniciativas como la de Els Magazinos. Este año, los productores se han tenido que enfrentar a una climatología complicada, remarcó Camarena, que no ha puesto las cosas fáciles para obtener un producto de calidad. “El mérito”, añadió, “es de los agricultores”.
El concurso de Els Magazinos es el gran homenaje del verano al sector primario

Como homenaje a ellos, a las historias de resiliencia, esfuerzo y sacrificio que esconde su trabajo, y con el fin de poner en valor el producto local y de temporada se organiza el concurso. El domingo hubo tiempo para escuchar algunas de esas historias. Rosita Pons Fornés, de Jesús Pobre y El Verger, como ella se presenta, explicó cuál es el proceso de elaboración del tomate en conserva. Como en todo, cuanto mejor sea el tomate, la conserva será de mayor calidad, precisó. Y Jaume Noguera, de Ondara, quiso rendir un pequeño homenaje a su tío Vicente, que falleció hace unos meses y que todavía el año pasado, con 93 años, participó en el concurso. Él pertenece a la cuarta generación de agricultores de la familia y este año ha participado con un injerto de tomate bekerly, corazón y rosa, “muy delicado, sin apenas piel y de carne muy agradable, con un dulzor ácido”, explicaba.

De los 30 inscritos, finalmente participaron en el concurso 25. A algunos las últimas lluvias les jugaron una mala pasado y no pudieron presentar sus tomates. En esta ocasión, solo había premio para los tres primeros clasificados en la categoría reina: 500 euros y una cena o comida en el restaurante Quique Dacosta para el primero; 400 euros para el segundo y 300 para el primero.

Ahora bien, las demás modalidades de tomate -‘de penjar’, en conserva y seco- estuvieron también representadas y hubo mención para todos los agricultores que las cultivaron.



Que el concurso ha traspasado fronteras es una realidad desde hace tiempo. Tal vez este año se notase un poco más, con un buen número de agricultores inscritos procedentes de otras muchas comarcas, como la Marina Baixa, la Safor, l’Horta, El Comtat, la Costera o la Vall d’Albaida.


A todos ellos felicitó un jurado, que completaron Clara Puig, del restaurante Tula de Xàbia; Xicu Ramón, del restaurante A la Fresca de Dénia; Amor López, presidenta de AEHTMA; Pepe Vidal, ex director del CdT Dénia; Natalia Martínez, jefa de sección de Cocinillas de El Español; Jesús Trelis, director del periódico Las Provincias y autor de las Historias con Delantal; y Lluís Gregori de Cerveza Turia. Todos ellos partícipes de este gran homenaje al sector primario, un sector ligado estrechamente a la gastronomía.


