¿Quién es nuestro comprador?

Guillermo_Ares_OpinionEn todo el Planeta existe esa clase adinerada que de uno u otro modo controla lujos, derroches, lujurias, horteradas y todo aquello que, elegante o no, justificado o no, es caro.

Del mismo modo que esa gente pueda ganar tanto dinero justificado o no.

Algunos ejemplos los tenemos a diario al alcance de todos, los futbolistas de elite, ganan muchísimo más que un cirujano de un hospital público, si fallan un tiro a la portería mandando el balón a las gradas, no pasa nada, un cirujano tiene la responsabilidad de vidas humanas, no creo necesario insistir en la comparación.

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La mayoría de los presentadores de la televisión publica gana por encima de los diecisiete mil euros al mes, hay alguna encantadora rubia que gana más de mil quinientos euros por programa, en un programa diario de lunes a viernes, mientras, el Ente Publico despide a trabajadores técnicos y anónimos por necesidad de ahorro.

Qué decir de los políticos, sueldazos insólitos con blindajes imposibles además de las presuntas mordidas a que tan habituados nos tienen.

Otra rama de adinerados son los delincuentes de alta gama, esos para los que por algún desconocido truco, no hay modo de meterles mano pero ahí están.

Independientemente de embargos escondidos o encubiertos, no faltan a diario los yates y veleros navegando, los coches de alta gama por calles y carreteras, aviones privados y mansiones de infarto por toda la geografía.

Curiosamente las ventas de automóviles no aumenta, pero un modelo de seiscientos mil euros del que sólo se fabricarán quinientas unidades, ya están todas vendidas antes de ser fabricadas.

La marca de motocicletas más emblemática y cara del mundo aumentó en un cincuenta por ciento sus ventas.

Así las cosas, parece fácil definir el segmento de mercado al que hay que dirigirse.

Reconozcamos de una vez que adinerado es un término que define a esa clase de gente y no a los que tienen cuatro duros y se creen que ya pertenecen a esa raza de la clase alta.

Lo tenemos muy fácil, hay que encaminar nuestros pasos, servicios o productos hacia esa clase, la muy alta, la que no pregunta cuánto vale.

Eso sí, son exigentes aunque no entiendan un pepino, hay que armarse de paciencia porque se consideran una raza superior rodeada de sucios lacayos a los que matan el hambre con sus caprichos.

Por suerte, no tengo nada que venderles.

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