INÉS ROIG (*)
En invierno, las bajas temperaturas son una buena razón para tener frío, pero si se le entumecen las extremidades en temporadas más cálidas, debería poner atención a este síntoma. ¿Por qué se nos enfrían con mayor frecuencia las manos y los pies? Y, sobre todo, ¿qué soluciones concretas podemos tomar?
La principal causa responde a un problema de carácter circulatorio y generalmente no reviste mayor gravedad. Cuando existen extremidades frías, casi siempre está referido -hablamos de un 90% de los casos- a un problema circulatorio, es decir, a un leve déficit del riego periférico, ya que la cantidad de sangre que llega a las manos o los pies es menor a la que debiera.
Otras posibles causas, son el estrés y la falta de sueño, dos características muy frecuentes en nuestras agitadas vidas. Ambos casos podrían fomentar la tendencia a tener las extremidades frías, principalmente, las manos.
Recomendaciones y soluciones prácticas: En primer lugar, si es fumador y quiere abandonar su condición de friolero, lo más importante es dejar de fumar, ya que genera problemas circulatorios y aumentan las probabilidades de tener las extremidades frías. Distinto es el caso de una patología, como por ejemplo una anemia. Lo adecuado, en esta materia, es realizarse un simple examen de sangre y recibir el pertinente tratamiento médico. Esto último ayudará en gran medida a disminuir las manifestaciones de frío y adormecimiento de las manos o pies.
En caso que no sufra patologías declaradas, se recomiendan soluciones fáciles y directas: utilizar unos buenos guantes (de lana o algodón) en la temporada invernal. El secreto está en ponérselos antes de salir de casa, cuando sus manos están calientes. La otra opción, recomendada es utilizar cremas con altos índices grasos o hidratantes. Esta solución combinada es especialmente eficaz para quienes, por ejemplo, montan en moto o bicicleta en pleno invierno.
Especial énfasis hay que poner al tema de la grasa, ya que el hombre no se defiende del frío con el pelo, sino en gran medida con la grasa corporal. Por ello, las personas más delgadas se mueren de frio y los más robustos sobreviven. Sobre este aspecto, es interesante resaltar que los individuos más propensos al frío (particularmente en las manos y pies) son las mujeres de poca superficie corporal, es decir, mujeres delgadas. También las más bajitas son proclives a tener más sensación de frío.
¿Y aquella solución popular de tomarse unos chupitos de alcohol para calentar el cuerpo? Es rotundamente falso, porque el alcohol produce una sensación de calor transitoria, pero en las extremidades como los pies y manos es al revés, ya que provoca vasoconstricción (cierre de las arterias). Por lo tanto, el alcohol no es una buena solución para el frío en general y menos para el frío en las zonas periféricas como las manos o pies. Diferente es tomarse un té, una infusión o una sopa caliente, ya que ayudan a aumentar el calor corporal, principalmente en la zona central del cuerpo (torso y estómago) y posteriormente se ramifica al resto del cuerpo.
Otra solución eficaz y rápida es mejorar el tono físico (moverse o ejercitar) para aumentar la circulación y realizar ejercicios focalizados, como, por ejemplo, en los brazos. Si siente que la gelidez se apodera de sus manos o pies, debe moverse inmediatamente, ya que mejorará la circulación y se activarán los flujos sanguíneos a los pies y las manos. Además, se sabe que el ejercicio ayuda a fortalecer las venas y arterias y oxigena el cuerpo, lo que evita la probabilidad de sufrir frío en nuestras extremidades.
Independiente de las causas y recomendaciones anteriores, ¿es recomendable visitar al médico por esos pies y manos frías? Siempre que los síntomas resulten molestos o mantenidos en el tiempo, es correcto acudir al médico. Es fundamental confirmar que se trata de un cuadro banal y no de una patología. Antes, asegúrese de haberse abrigado bien, encender la calefacción si es necesario u optar por el reconfortante doble calcetín.