¿Quieres casarte conmigo?

Guillermo_Ares_Opinion

En algunos países, es el hombre quien hace la pregunta y si ella acepta pierde su apellido, gana el del flamante esposo y dueño a la vez.

Cuando dos personas se quieren, llegan a un punto en que su mayor deseo es vivir juntos hasta que la muerte los separe, entonces necesitan que alguien se los diga, porque tal vez ellos por ellos mismos, no serían capaces de asumir semejante compromiso.

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Compromiso que con el tiempo, unos más y otros menos, empiezan a pensar en romper. Entonces aquella hermosa criatura, hasta el punto de haber querido compartir mi vida y mis bienes…y los suyos, se convierte en mi mayor enemigo y, si puede, se queda con sus bienes, la mitad de los míos y si el abogado es bueno…se queda por fin con todo.

Si hay niños de por medio, serán los únicos realmente perjudicados, a ellos se les inculcó o la sociedad ya se encargará de hacerlo, que el matrimonio es para siempre, siendo esta una de las primeras mentiras que oímos cuando empezamos a oír.

Si esto es más o menos así, tal vez sería mejor aceptar que cuando dos personas se quieren y desean forjar un compromiso entre ellos, que sea entre ellos, que no mezclen a leyes, dioses ni parientes.

Si uno de los dos admite ser quien trae el dinero y el otro quien se ocupa de la gerencia de la pareja en un reparto de tareas más o menos parejo, es mejor constituir una sociedad anónima o una comunidad de bienes que al disolverse no plantea dudas ni abusos por ninguna de las dos partes.

Si dos personas deciden convivir pensando en casarse por si algún día se separan, no parece muy coherente el trato y mucho menos fiable tanto amor.

La sociedad fue quien inventó el matrimonio por aquello de la época en que había que demostrar la posesión, la mujer era un objeto deseable y necesario para todo hombre que se preciara o para los que tenían que disimular sus carencias.

Si el punto de unión de una pareja es un acta de matrimonio, mal vamos, dos personas se quieren, están juntas porque quieren las dos, el día que una cambie de opinión, a la otra no puede servirle mantenerla a su lado porque hay un papel firmado.

El «sí quiero», decide que estemos juntos, el «no quiero» decide que es mejor no estar juntos.

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