INÉS ROIG (*)
Al hacer ejercicio, el cerebro empieza a trabajar, produciendo miles de reacciones químicas. La actividad conduce no solo a la quema de grasas y aumento de la musculatura, sino que también ayuda a todo el proceso de atención y concentración, que se prolonga más allá del tiempo en que estamos entrenando. Una actividad física habitual consigue, además de bajar de peso y mantener una bonita figura, mejorar calidad de vida, bienestar y salud.
Los cambios que se producen en los momentos posteriores a la práctica deportiva son provocados por la segregación de una serie de hormonas, como la testosterona, la adrenalina, el cortisol o las endorfinas. Estos le producirán un estado transitorio de relajación, que puede durar varias horas, según la intensidad del entrenamiento. A la relajación de la primera media hora, habría que añadir rapidez mental, necesidad de azúcar, quema de calorías y sensación de bienestar.
La práctica de deporte ayuda a que los músculos quemen una mayor cantidad de azúcar procedente de la sangre. El páncreas tiene que producir menos insulina para mantener el nivel glucémico bajo control, produciendo un menor riesgo de enfermar de diabetes.
Las investigaciones sugieren que modelos de entrenamiento de alta intensidad y fuerza tienen un impacto positivo en la regulación de la insulina durante la media hora después de la actividad.
Pero entre todos estos beneficios, también suceden consecuencias no tan deseadas, como la deshidratación. Por ello, es conveniente reponer todos estos líquidos hasta dos horas después del cese de la actividad. Y tener en cuenta también la pérdida de sales minerales que hay que reponer así como los electrolitos que hemos gastado con bebidas ricas en sodio.
La saturación de ácido láctico en sangre y el agotamiento de las reservas energéticas se soluciona con una vuelta pausada a la calma y consumiendo carbohidratos.
Así las cosas, si acaba de volver de su sesión de running, túmbese en el sofá, disfrute del momento de relax que le brindan sus hormonas y coma un plátano, avena o un par de galletas integrales. La ducha puede esperar un poquito.
(*) Farmacéutica