Decididamente hay gente buena y de la otra, cuando un equipo se divide porque una parte tiene intereses personales, sean económicos o afán de protagonismo que se antepone a las supuestas verdaderas razones altruistas que mueven a ese equipo, unos se van y otros quedan.
Si los que se van hablan pestes de los que se quedan y procuran en todo momento desmerecer su labor con declaraciones que si son contrastadas se evidencian como faltas a la verdad, seguramente ellos son los malos y posiblemente siempre lo han sido porque los motivos que les movían no eran precisamente los que se decía y mucho menos en beneficio de aquello que se decía sino en el propio.
Cuando gente que no es bien aceptada en nuestra sociedad hace cosas que la sociedad no hace, poniendo varias docenas de miles de euros de sus propios bolsillos para sacar adelante aquello que no recibe apoyos oficiales ya que, como a muchos, desde la oficialidad se les debe otras varias docenas de miles, esa gente no puede ser la mala de la película, puede tener defectos, como casi todos, mejor o peor humor, pero indudablemente mejor corazón, poco tiempo para sí mismos y una paciencia de santos para aguantar, además, que se les tache de «los malos».
Hay gente así, están entre nosotros y somos nosotros quienes nos dejamos llevar por rumores u opiniones evidentemente interesadas ya que sólo son de «la otra parte» sin escuchar o verificar la otra cara de la moneda, la otra campana.
Tengo la suerte de estar en medio, no ser más que un número, pero mis ojos ven papeles, mis oídos escuchan comentarios y puedo hacerme a una idea de cómo son las cosas en realidad.
La realidad no es otra que, dejemos trabajar tranquilos a quienes hacen lo que no todos harían, ayudémosles en lugar de dejarnos llevar por injurias que lo son a partir de poder demostrar con documentos que no siempre un año tiene 365 días ni los días 24 horas.
Yo soy el último mono en un mundo de perros, pero si hay algo que enciende es…la injusticia de los inhumanos.