¿Por qué al rascarse pica más?

INÉS ROIG (*)

Tirando del refranero popular: comer y rascar todo es empezar. Por mucho que uno intente contenerse cuando le pica, una vez que nos abandonamos al rascado hay que prepararse para estar un buen rato, porque, lejos de calmarnos, la mayor parte de las veces el picor continúa e incluso con más intensidad.

El picor es una sensación molesta, y que tradicionalmente se ha asociado con el dolor. Sin embargo, investigaciones recientes han concluido que el prurito se debe, en realidad, a un proceso neurológico.

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La sensación comienza por una alteración externa: es la respuesta de la piel a algo que la irrita o produce alergia. Así, esta señal llega al cerebro, generando el escozor. Ante el picor, el efecto de rascado crea inflamación y un cierto dolor que engaña al sistema nervioso y lo calma. Al rascarse en la epidermis (capa externa de la piel), se bloquean las terminaciones nerviosas que han mandado la información del prurito a la médula espinal. Pero lo que en un principio parece que ha funcionado al reducir la sensación de picor… es una burda mentira.

El hecho de rascarse inflama la piel y provoca que vuelva el dolor. Incluso con más fuerza. ¿Cómo? Al generarse, tras el bloqueo de las terminaciones nerviosas, una cantidad mayor de serotonina, el neurotransmisor que envía al cerebro la señal de dolor. Conclusión: al rascar, no solo erosionamos la piel, sino que alimentamos el mensaje de malestar (y picor) que percibe nuestro cerebro. Los científicos comprobaron que, tras reducir los niveles de serotonina, el picor desaparecía. Sin embargo, la molécula no se puede eliminar del organismo humano, porque regula funciones tales como la temperatura del cuerpo, el deseo sexual o la sensación de saciedad al comer.

Es prácticamente imposible no rascarse en determinadas ocasiones. Hay quienes pasan auténticos calvarios, a veces hay que vendar la zona tras aplicar el tratamiento para que no lo hagan, pues es la única manera de que funcione, sobre todo en niños. Hay un gran arsenal terapéutico para el picor, pero lo primero es ir al foco del problema y tratar la etiología.

Entre los principales trastornos que provocan picor, está la dermatitis atópica, una enfermedad que ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. Afecta al 10% de la población mundial (más niños que adultos). No se conoce el origen ni las causas, pero hay factores genéticos, inmunológicos y ambientales que ayudan a desencadenar los brotes; las ciudades con un alto nivel de contaminación tienen mayor incidencia de dermatitis atópica que en el medio rural. La urticaria, las picaduras de insectos, el picor de cabeza, o de ojos, son otros de los trastornos asociados al prurito.

(*) Farmacéutica

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