Verónica Monsonís (*)
Nunca imaginé que «Ser Madre» cambiaría mi vida…
Desde el momento en que tus enormes ojos azules encontraron los míos, dejaste de llorar… tu boca, tu nariz, tus cejas… ¡eran tan perfectas!; Tus pequeñas grandes manos cogiendo mis dedos… en ese instante, diste un vuelco a mi vida.
¡Como imaginar que tan grande sufrimiento se iba a transformar en tan inmenso regalo!
Tu piel sobre mi piel desnuda me desbordaba de emoción mientras te amamantabas después de pocos alientos al nacer.
¡Son tantos los sentimientos que desde entonces has despertado en mí!: ternura, cariño, amor, pasión, miedo de no saber cuidarte, de perderte, incertidumbre del qué vendrá, ilusión por darte mi amor…
Nunca imaginé poder amarte tanto, de dar mi vida por ti.
Te contemplo sin cansarme, y aún lloro de emoción, pues hay momentos en los que todavía no me creo que seas mía… Te miro cuando duermes, cuando juegas, cuando ríes, cuando lloras, cuando me hablas… Te adoro con pasión.
Mi corazón se desborda cuando no estás y pienso en ti, pues espero impaciente el momento de besarte, mimarte, acariciarte, abrazarte, achucharte… ¡Te quiero tanto!
Nunca imaginé que cambiarías mi vida así… y ahora que estás conmigo no imagino mi vida sin ti.
A mi hija Paula.
¡Tu eres mi regalo!
Gracias por haberme dado la oportunidad se saber lo que es «Ser Madre». Disfruto de ti y contigo cada día; aún después de estos casi seis años que llevas conmigo me sorprendes con tu dulzura, espontaneidad y amor hacia los demás. Te adoro princesa, ¡no cambies nunca!
A todas aquellas madres que ya lo sois o pensáis serlo… deciros que «Ser Madre» no es un camino fácil, pero si muy, muy, muy… gratificante.
Noches sin dormir, horas de vigilia, preocupación por si no hacemos las cosas bien… no es razón suficiente para eclipsar el sentimiento inmenso de amor que significa «Ser Madre». Seguro que ahora muchas de vosotras comprendéis a vuestras madres y a su vocación de «dedicación absoluta».
(*) Psicóloga. Master en Psicología Clínica. Experta en Atención Temprana.