No se puede ser un famoso personaje referente para toda una sociedad y andar metiendo la pata hasta el fondo en escándalos delictivos.
Nos pasamos la vida educando a nuestros jóvenes con normas de conducta, valores de dignidad y honorabilidad, para que vengan estos impresentables a desmoronarnos los argumentos.
Hablaba hace unos días con un grupo de quinceañeras/os que sostenían el ejemplo a seguir de los famosos, defraudar a hacienda en varios millones de euros, pagar el resultado de una negociación y quedar «limpios», no sólo ante la Agencia Tributaria sino ante la sociedad.
Si bien es cierto que hay que fomentar la vocación sin forzar a los jóvenes a estudiar carreras que no les gustan, cuando la vocación no pasa por la cultura ni educación básica, se les debe, al menos, imponer unas horas al estudio «y comprensión» del valor de los valores.
Solamente con los casos conocidos de famosos que tal vez empezara con Lola Flores y curiosamente cierra este año el ciclo con Montserrat Caballé pasando por jugadores de fútbol, números uno del tenis mundial, modelos, presentadores de televisión y un demasiado largo etcétera, ya tenemos más malos ejemplos que buenos.
Realmente estas personas no son conscientes de la responsabilidad que representa ser «públicos referentes» muy especialmente para aquella juventud que animada por el consumo busca cualquier modo de hacerse millonario y famoso.
Los ídolos, en todos los campos, deberían pasar por un tamiz que les enseñe valores morales, comportamiento, educación y pagar a hacienda o a no delinquir ya sea conduciendo borracho o sacando adelante la más compleja trama de fraudes.
Ganar dinero siendo famoso incluye la responsabilidad de ser ejemplo para muchísimos adolescentes y de los otros que ven en el éxito económico al éxito personal.
En esta sociedad de consumo se nos alecciona desde muy pequeños a adorar al dinero, don dinero manda, don dinero consigue…
Lo más penoso de estos casos, es que en un porcentaje demasiado alto, los famosos no son los responsables directos de estas fechorías, muchos no tienen los conocimientos suficientes para siquiera pensar en cómo tejer el entramado, eso lo hacen especialistas que son en realidad quienes deberían pagar por aconsejarlo y hacerlo dejando al famoso en cuestión solamente la responsabilidad de la firma.
Una vez más sale al ruedo la importancia de la educación y cultura.