Más allá del IMSERSO

INÉS ROIG (*)

Ser mayor no está reñido con la pasión por los viajes. Si el dinero alcanza, y la salud lo permite, muchas personas prefieren apagar el televisor y hacer turismo. La jubilación cierra las puertas laborales, pero puede abrir una ventana al mundo. Todo el tiempo que se dedicaba al trabajo ahora queda libre para lo que a uno le apetezca. Aunque en estos tiempos de crisis, muchas personas mayores tienen que dedicar sus pensiones a ayudar económicamente a sus hijos o sus nietos, muchas otras se encuentran en una buena disposición para viajar.
Los mayores de hoy en día son bastante diferentes a los de hace veinte o treinta años. Tienen un nivel cultural más elevado, saben idiomas y le han cogido el gusto a hacer turismo. Es cierto que la edad no perdona y que ya no disfrutan de la misma forma física y el ímpetu que hace veinte años, pero el deseo de viajar no envejece.
Quieren conocer sitios nuevos, relacionarse con otra gente y aprovechar la vida al máximo. Una de sus opciones preferidas son los viajes organizados, porque lo tienen todo montado y no tienen que preocuparse de nada. Ni de las entradas a museos, ni de los desplazamientos, ni del alojamiento. Quieren que todo esté gestionado por una agencia de viajes para que ellos puedan relajarse al máximo. Así intentan evitar el estrés propio de un viaje y sobre todo, evitan sorpresas desagradables de última hora.
Una de las ventajas de estar jubilado es la desestacionalidad, o lo que es lo mismo, no tener que viajar siempre en los meses de verano. Gracias a poder viajar fuera de temporada, las empresas del sector turístico pueden ofrecer precios más baratos.
Es aconsejable que las personas mayores preparen el viaje con cierto tiempo. Muchas tienen enfermedades crónicas, como hipertensión, diabetes, problemas respiratorios, artrosis… Es importante preguntarle al médico qué es necesario llevar en la maleta junto al bañador y a la guía de viaje.
Hay que prever que medicación se va a necesitar. Muchas personas cometen el error de no llevar todas las pastillas necesarias para los días que van a estar fuera y tienen problemas para conseguirlas en su nuevo destino.
Es importante comprobar la cobertura de los seguros que se tienen o los que se contratan por cuenta de cada uno. También es necesario llevar la tarjeta sanitaria, con la que no hay que tener problemas para que a uno le atiendan en cualquier comunidad autónoma.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que muchas personas mayores están acostumbradas a rutinas estrictas en su alimentación u horarios de descanso. Los viajes suelen desbaratar estas costumbres. Hay que tener cuidado con los excesos, porque pueden conllevar algún disgusto. Pero no hay que renunciar a todo. Simplemente, se trata de comer y beber con cabeza.
El principal consejo para las personas mayores es que viajen sí tienen el deseo, el dinero y la salud. Y que viajen sin miedo, para disfrutar y ver cosas nuevas. Salir de casa, moverse, viajar… Todo lo que suponga nuevos estímulos y relacionarse con nuevas personas rejuvenece.

(*) Farmacéutica

 

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