Esto que dicho así parece una broma de mal gusto, no es otra cosa que el día a día en cualquier sociedad mal educada, sea cual fuere la procedencia.
Si nos tomamos el trabajo de observar qué pasa a nuestro alrededor tomando como referencia las normas que fueron hechas para mejorar la convivencia, nos sorprenderemos al comprobar la cantidad exagerada de normas saltadas sin necesidad alguna. 
Demos un margen a emergencias o situaciones especiales, veremos que son casi ninguna.
Los ejemplos de mala educación, prepotencia o ese despiste que muchos utilizan para no hacer caso a nada sin ver que puede molestar a otros.
Ese es el principio fundamental de La Democracia, nuestra libertad termina donde empiezan los derechos de los demás.
Pero, siempre hay un pero, parece que el gran deporte humano es llevar la contraria a cualquier norma, parece que eso nos hace más mayores, poderosos o tal vez héroes de la anarquía.
La distancia que se produce entre el transgresor y quien pudiera llamarle la atención de igual a igual es enorme, el primero asume la postura prepotente de «…y a ti qué te importa…» o la de despistado que se pasa la vida pidiendo disculpas mientras sigue haciendo aquello que le sale del arco de triunfo.
«Orden es progreso» dice la bandera de Brasil, aunque ellos mismos no le hagan caso, «desorden es caos» dicen los que saben de estas cosas.
Para eso son las normas, para poder funcionar organizadamente, ordenadamente y curiosamente…» normalmente».
No acatar las normas es símbolo de ignorancia y símbolo de ignorancia es también la prepotencia o la falta de empatía necesaria para pensar que podemos estar molestando a alguien.
Algo que tiene muy fácil solución, basta con pensar en los demás por si se les pudiera molestar como muchas veces otros nos molestan sin preocuparles y mal que nos sienta.
