Verónica Monsonís (*)
Las emociones acompañan cada momento de nuestra vida. No pasa ni un instante sin que estemos alegres, tristes, enfadados… Nuestra historia personal está unida a sentimientos emocionales: lo bien que lo pasamos en nuestra primera nochevieja fuera de casa; el daño que nos hizo ese amigo cuando dejó de hablarnos; la ilusión que vivimos con la llegada del bebé… Nuestra forma de actuar estará determinada por la emoción que nos acompañe en cada momento.
La vía más clara y directa de la expresión de las emociones es el habla. Sin embargo, no es la única forma que tenemos de expresar lo que pensamos y sentimos; la comunicación no verbal juega un papel fundamental. Nuestros sentimientos se expresan claramente a través de la manera de comportarnos y de nuestros gestos corporales. ¿A quién no le ha ocurrido alguna vez, que sintiéndose triste y desganado, haya tenido que hacer enormes intentos por aparentar estar alegre y motivado?… cierto es que habrá sido un gran esfuerzo que, posiblemente haya acabado en vano, pues nuestra cara, habrá terminado por reflejar nuestro estado de ánimo.
¿Por qué nos cuesta tanto exteriorizar lo que sentimos?
Mostrar nuestras emociones no es nada malo; obviamente no se trata de estar llorando todo el día si estamos tristes, o echándole el sermón a nuestra pareja por algo que ha hecho y no nos gusta. Hablo simplemente de expresar nuestros sentimientos, de que no los escondas constantemente.
Expresar tus emociones ¿te cuesta?…, cierto, pero no tienes que ocultarlas siempre ni creer que por mostrarlas vas a ser más vulnerable o débil para recibir ataques; al contrario, las emociones te hacen más humano y no hay nada de extraño en mostrarnos tal como somos de vez en cuando. Expresa tus emociones, no te cierres y exprésalas, cuenta como te sientes, lo que piensas; intenta saltar los obstáculos que te impiden liberarte emocionalmente.
(*) Psicóloga. Master en Psicología Clínica.
