Creo que está casi todo dicho, a medida que van saliendo trapos sucios en la política española, salpica a unos y a otros, muchos que se podrían mantener limpios, léase «incorruptos» como el dedo de Santa Teresa, al callar por temor a perder sus puestos de trabajo, se convierten en míseros cómplices que encima, no se llevan nada al bolsillo.
Así las cosas, es posible que la única alternativa a este despropósito sea encontrar nuevas opciones en personas nuevas que realmente se las pueda considerar gente de bien y luchadores por la sociedad y no por sus familiares y amigos.
Pero… siempre hay un pero, sólo se ven quejas, insultos, promesas y mucha voluntad, especialmente los «me gusta» de Facebook, sin que salga adelante ninguna iniciativa por seria que parezca.
Todos nos preguntamos quién va a votar a un partido liderado por Mario Conde o quién se fía de unos locos perdidos como mi gran amiguete Fernando, convencido que España se está argentinizando y cree que la referencia preocupante es aquel país al que ya nos estamos pareciendo mucho…y a Tailandia, Guatemala, Colombia, Venezuela, Emiratos Árabes (sin petróleo), Túnez…
Perdimos el rumbo, perdimos la vergüenza, nos dejaron sin aliento y nos están dando hasta en el DNI.
Total, sólo nos queda esperar que aquellos que dejaron de estudiar por la burbuja, los que no aprenden porque la nueva enseñanza es de las peores del Planeta, sean los que cojan la sartén por el mango y nos saquen de esta vitrocerámica de corruptos y sus cómplices, teniendo en cuenta que las noticias hacen saltar despachos de todas las clases, credos y posiciones políticas.
Entonces, no parece haber una alternativa, a los que tienen buenas intenciones no se les deja subir, a los que denunciamos nos piden, hasta en las gasolineras, que demos nombres y apellidos de todo aquello que anda mal, pero si lo hacemos tal vez haya más de una nómina que no se cobre por falta de recursos, algo así como una especie de revancha de la vida, nadie piense que iba a decir otra cosa, desde donde se manejan los hilos de la marioneta que somos todos nosotros, su marioneta, la marioneta de «ellos».