INÉS ROIG (*)
Durante los meses de verano, el sol y el calor no solo afectan a nuestra piel y a nuestro estado de hidratación, sino también a los alimentos que consumimos. Es por esto por lo que la etapa estival es una época en la que la incidencia de problemas gastrointestinales aumenta de forma llamativa.
Las intoxicaciones alimentarias suelen tener su causa en el consumo de alimentos poco controlados y potencialmente contaminados.
Los viajes a zonas de baja salubridad, la saturación de poblaciones en determinadas áreas geográficas y la conservación inadecuada de los alimentos son factores desencadenantes y causantes del aumento de esta patología.
Los trastornos gastrointestinales estivales suelen estar producidos por aguas contaminadas con la filtración de aguas residuales.
Pueden estar producidas por virus o por bacterias, siendo los microorganismos más frecuentes los rotavirus y la E. Coli.
Las intoxicaciones alimentarias pueden afectar a una persona o a un grupo de personas que hayan ingerido el mismo alimento contaminado, generalmente, al aire libre, en grandes reuniones sociales o en restaurantes.
La contaminación suele ser bacteriana, por parásitos o virus, siendo la mayoría de ellas producidas por E. Coli o salmonela.
A las dos-seis horas de ingerir el agua o el alimento contaminados se suelen presentar distintos síntomas: dolor abdominal, diarrea, fiebre y escalofríos, náuseas y vómitos, decaimiento, debilidad y signos de deshidratación.
Cuando estos síntomas aparecen es fundamental mantener el aparato digestivo en reposo y prevenir o tratar la deshidratación.
Aunque suelen ser procesos de duración limitada (de doce a cuarenta y ocho horas), si los trastornos se prolongan y son incontrolables, se debe acudir al médico para su tratamiento.
La dieta inicial constará exclusivamente de líquidos con rehidratantes orales (agua y electrolitos), y la dieta posterior se basará en productos astringentes como arroz, zanahoria, yogur, etc.
Consejos para evitarla:
– Mantener la cadena de frío de los alimentos (carnes, pescados, mariscos, lácteos y mayonesa).
– Antes de comer y de cocinar, lavarse las manos con agua y jabón.
– Lavar bien las frutas y los vegetales antes de consumirlos.
– Evitar aguas contaminadas.
– No consumir mariscos crudos, ni mayonesas caseras.
(*) Farmacéutica