Nadie me ha preguntado el por qué de ese título que inicia una preposición. Nunca me han gustado los nombres para titular un libro que utilizan la fórmula de la ‘aposición explicativa’ y pensé en esas tarjetas postales que se envían sin sobre, a los familiares o amigos que están en otro lugar, por correo y que comienzan así, poco más o menos: Desde Jávea, te escribo para contarte… esa era mi idea primera.
Llegó el día de la presentación que tuvo lugar el 6 de agosto de 1985 en el Salón de plenos del Ayuntamiento de Jávea. El libro lo presentó Enrique Bas junto a Francisco J. Mata Castell, además del autor. Lo hicimos con una indumentaria veraniega, y poco formal. Pero hubo una cosa que luego no he visto repetirse y es que antes de la presentación hubo una reunión de unos cuantos periodistas conmigo y me hicieron preguntas sobre el libro. Creo que hoy los periodistas esperan que se les envíen notas de prensa y se nota esa falta de calor que se establece en la relación personal con los protagonistas de cualquier historia. Es algo de agradecer y por ello pido a la clase periodística que se acerquen a conocer a los autores noveles, porque en ellos hay un hacer ilusionante que necesita el estímulo de la gente, y no sólo a esos autores que generan polémica y que por esa polémica precisamente van los ‘plumillas’ (ahora ya no escriben con pluma) a entrevistarle con el morbo de dar publicidad a lo que dicen convirtiéndose en ‘voceros’ del famoso y alimentando su ego personal. ¡Es lo que vende y se pliegan a esa forma de presentar la vida vendiéndola al mejor postor!
Vino mucha gente y tras las palabras se estableció un pequeño debate que sirvió para aclarar cuestiones que habían quedado en la mente del autor.
El libro lleva un óleo en la portada de Francisco Cholbi Caselles. Es una pintura que muestra la parte agrícola de Jávea y el símbolo totémico del Montgó. La verdad es que hay poco tratamiento de la mar de Jávea en el libro, pero sí que hay una visión rural del medio javiense. El amarillo que asociado al secano se detecta en el lecho del río Gorgos sirve de base al blanco de la villa y junto a los cipreses que se alzan sobre el margen y el Montgó en lontananza dan una imagen, creo que más real de lo que fue la villa frente a la idea de costa y de mar que hoy tenemos de Jávea. Es una imagen menos idílica, pero en mi opinión más real de aquella villa amurallada que ahora busca en el turismo su supervivencia. Me gustó esa imagen y hoy la tengo en lugar preferente en mi casa.
El libro tuvo su periodo de reinado hasta que apareció el libro de José Segarra, tres meses escasos después, y en ese tiempo pude vender bastantes. Yo pretendía pagarle al impresor cuando se vendiera, pero éste no aceptó y me dijo: conozco el mundo de los autores que creen que van a vender muchos y luego no los venden como pensaban, por lo que tendrás que pagarme como mucho antes de tres meses. Al final tuve que pedir dinero para poder terminar de pagar a mi madre, pues mi padre ya había fallecido.
Pero este primer libro me ha servido para iniciar mi ‘carrera’ y conocer a muchas personas. Hicieron reseñas en prensa Ramón Llorens de Altea, Vicente Ramos de Alicante, Bernat Capó de Benissa amén de las que me hicieron en Xàbia Manuel Bas, Ramón Llidó y otros. También el libro se constituyó en objeto de intercambio con otros autores con lo cual se aumentó mi biblioteca y al mismo tiempo las ideas porque de cualquier libro se pueden extraer muchas ideas que luego las haces tuyas y les das tu perspectiva.
Y aun el libro tuvo una secuela, porque el amigo Paco Botella me pidió poder reproducir en Semanal Jávea los relatos de la calles y durante un tiempo en el interior se transcribía el texto relativo a una calle mientras que la portada del Semanal estaba ilustrada con una fotografía de la misma calle. Para esa autorización, le indique que en cada ocasión pusiera su procedencia al objeto de que sirviera, en parte, de una publicidad del libro para potenciar su venta.