Guía para comprar los protectores solares del verano

INÉS ROIG (*)

 

En España se diagnostican cada año unos 4.000 de melanoma. A nivel mundial, las cifras no dejan de aumentar. El mayor envejecimiento de la población, unido a una elevada exposición en la piel, son factores que inciden en que se incrementen las probabilidades de desarrollar cáncer de piel.

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            Entre las radiaciones ultravioletas, habría que destacar especialmente dos: las radiaciones ultravioletas A, relacionadas con el fotoenvejecimiento, y las ultravioletas B, vinculadas a las quemaduras. Para hacerles frente, los fotoprotectores incluyen a su vez filtros de tres tipos: los físicos, que ejercen un bloqueo de entrada a la radiación solar de la piel; los químicos, que transforman la radiación en energía; y los biológicos, que neutralizan la radiación solar mediante sustancias antioxidantes que frenan el proceso.

            Hay que tener en cuenta cuatro aspectos básicos:

            – Elegir el factor de protección que mejor se adecúe a nuestro fototipo. Una piel más resistente debe tener, como mínimo, un factor de protección solar de 15; una piel más clara, un factor de al menos de 20-30; y una fotosensible, de más de 50.

            – ¿Durante cuánto tiempo vamos a estar expuestos al sol? En verano, la radiación tiene más intensidad pero ojo, actividades al aire libre, como ir en bicicleta o correr, tienen idénticos riesgos acumulativos de daño solar. Pueden llegar a ser tan peligrosos para la piel como estar tumbados a pleno sol en verano. La zona donde nos expongamos estas vacaciones, también tiene un resultado variable: no es lo mismo la nieve, que refleja hasta el 85% de los rayos solares, que la arena (17%), el agua (5%), la hierba (3%) o el asfalto (2%).

            – Tener en cuenta la protección frente a otros rayos e infrarrojos. Además del SPF, que indica la protección frente a rayos ultravioleta B, los más nocivos del espectro solar, algunos protectores solares aclaran que su bloqueo es “de alto espectro”. Esto quiere decir que tienen cierto efecto protector frente a los rayos ultravioleta A e infrarrojos.

            – La textura de la crema, la hidratación y otros factores importantes. Aquí dependemos de nuestro propio objetivo: si queremos que nos hidrate, si buscamos conseguir una aplicación rápida… La textura también depende de las necesidades de la piel: no es lo mismo proteger una piel seca que una que tiene tendencia acneica.

            Una de las preguntas más comunes que surgen a la hora de aplicar la crema es su frecuencia de uso: Treinta minutos antes de llegar al sitio de exposición solar, al llegar a dicho sitio y cada vez que uno sude mucho o se bañe.

            Además, hay que advertir sobre el uso de sombrero y gafas puesto que la radiación lumínica puede ser desastrosa para los ojos. Otra parte anatómica que a menudo pasa desapercibida son los labios: Los inferiores están tremendamente expuestos a las radiaciones ultravioletas.

            ¿Y para proteger el pelo? El sol, unido a los químicos de la piscina, provoca que el caparazón externo del pelo se vaya eliminando poco a poco, consiguiendo que se parta con más facilidad e, incluso, puede llegar a cambiar su textura. Lo mejor es una protección física mediante un pañuelo, gorra o un sombrero.

 

(*) Farmacia Las Marinas.

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