Estaba yo hace unos días disfrutando con un perro del parque especialmente creado para este fin frente al antiguo hospital de la Pedrera, un espacio casi bien hecho, claramente diseñado por alguien que no saca a su perro o no lo tiene, pero cumple su función social mejor que si no estuviera, o sea, bien por la iniciativa, menos bien por la realización.
El lugar, muy a pesar de estar perfectamente dotado de papeleras y dispensadores de bolsas de plástico para recoger las caquitas y cacas de perritos y perros, amos y amas pasan del tema dejando aquello hecho un derroche de excrementos de tipos muy variados.
Se puede aprender mucho sobre estilos de diarreas y cacas según razas y tamaños de los perros.
Pero más se aprende de los dueños y dueñas, una de ellas, aquella tarde me vio de recogedor de cacas ajenas y dijo:
«¿Qué está haciendo?»
Recogiendo lo que otros no hacen, dije.
La señora puso cara de asquito y dijo: «…pues si no son de su perro no tiene por qué recogerlas…».
Mi respuesta no la oyó porque la guardé hacia adentro, llamé al perro y me fui.
Si el sentido común es el menos común de los sentidos, la empatía es la siguiente gran ausente en el comportamiento social, los perros se cagan en cualquier parte y sus amos en el resto…
Y por raro que parezca salido de mis líneas, esta vez el Ayuntamiento lo ha hecho bien y no es culpable de tanta mugre acumulada porque están los medios para conservar ese espacio en condiciones, lo que no está es la educación de quienes lo usan.
Por supuesto, no todos, pero sí demasiados, entre quienes lo dejan sucio y quienes no lo limpian porque no son sus cacas…