INÉS ROIG (*)
El verano es una estación en la que las personas que toman medicamentos deben tener especial cuidado para evitar que las altas temperaturas, los viajes y la relajación en las pautas de administración influyan en la efectividad y seguridad de sus tratamientos.
No en vano, las olas de calor (cuando se producen de forma continuada temperaturas de 40 grados) no solo afectan a las personas, sino también a los medicamentos, que pueden provocar problemas añadidos a los pacientes si no se conservan en buen estado, especialmente en personas que presentan factores de riesgo (mayores, pacientes crónicos, niños). Lo mismo ocurre si no se conservan de forma adecuada los medicamentos durante los distintos desplazamientos vacacionales.
CONSERVACIÓN DEL MEDICAMENTO
En materia de conservación es necesario respetar las condiciones que figuren en el envase: entre +2 y +8°C (frigorífico), medicamentos de conservación a una temperatura inferior a 25 o a 30°C y a temperatura ambiente cuando no haya menciones específicas al respecto.
Los medicamentos tienen que conservarse siempre en lugares limpios, frescos y secos. La cocina y el baño (lugares donde es muy habitual guardar los fármacos) no son lugares apropiados para conservar los medicamentos, ya que son estancias donde se suelen producir cambios bruscos de humedad y temperatura. Unas malas condiciones de conservación pueden convertir los medicamentos en ineficaces y añadir riesgo de efectos indeseados, por eso también hay que mantener los fármacos dentro del envase original, protegidos de la luz, y en caso de usar pastilleros, conviene recortar los blíster para mantener las pastillas protegidas e identificadas.
VIAJES Y MEDICAMENTOS
Los medicamentos que tengan que conservarse en frigorífico deben ser transportados en condiciones que respeten la cadena de frío (embalaje refrigerado), pero sin provocar la congelación del producto y deben utilizarse tan pronto como se hayan sacado del frío.
Los medicamentos que tengan que conservarse a una temperatura inferior a 25 o a 30°C, igual que los medicamentos a conservar a temperatura ambiente, no deben ser expuestos mucho tiempo a temperaturas elevadas como las que frecuentemente se alcanzan en los maleteros, guanteras o los coches expuestos a pleno sol. No obstante, rebasar puntualmente estas temperaturas, hasta 40°C, no tiene consecuencia sobre la estabilidad o la calidad de estos medicamentos, ya que suelen presentar un límite superior de tolerancia.
En caso de viajar en avión, los medicamentos se deben llevar en el bolso de mano. No deben ser transportados en la bodega, donde se coloca el equipaje facturado, pues soporta muy bajas temperaturas en el aire o muy altas en la pista.
Algunas formas farmacéuticas (supositorios, óvulos, cremas…) son bastante sensibles a elevaciones de temperatura. Todo medicamento cuya apariencia exterior esté visiblemente modificada no debe ser utilizado. Las formas líquidas (jarabes y suspensiones) tienen una estabilidad más limitada que las sólidas y son más sensibles a temperaturas elevadas. Se pueden conservar en frio y se deben mantener siempre limpios el frasco, el tapón y el dispositivo dosificador.
En los viajes también es conveniente identificar los medicamentos por el principio activo, ya que es la denominación universal, por lo que es muy útil en los viajes al extranjero y es básico para evitar duplicidades e interacciones.
(*) Farmacéutica