Para quienes no lo sepan, mi padre fue oficial de Instituciones Penitenciarias de Argentina allá por 1946.
Parte de su trabajo fue crear la primera experiencia «mundial» de cárcel en régimen abierto, esto quiere decir que los presos podían salir de entre muros a diario basados en la confianza del grado de reinserción de cada caso y que la cárcel en cuestión estaba situada en medio de la famosa Pampa argentina, algo así como en medio de la nada a cientos de kilómetros de cualquier aldea o signo de civilización en un territorio llano, de modo que a nadie se le ocurriría escapar ya no tendría a dónde ir y que sería alcanzado en poco tiempo.
Otra de las tareas del viejo Ares en su juventud fue hablar con los presos que estaban por cumplir condena y buscarles reinserción en la sociedad.
Cierta vez, contaba el viejo Ares, un chorizo de carteras en autobuses y trenes, ante la pregunta de «qué pensaba hacer una vez salido de la cárcel» contestó: «…y, con estos deditos que Dios me dio, ¿usted qué cree que podría hacer?».
Las reducciones de condenas por buen comportamiento no entiendo cómo se pueden aplicar en el caso de un personaje que ha sido encerrado por corrupción, pregunto:
Si el hombre no se dedica a pedir comisiones ni a dar más postre a otro preso a cambio de tabaco o de tener acceso a un móvil, ¿se considera que ya está rehabilitado y nunca más volverá a corromperse?
O tal vez, y sólo tal vez nos encontremos ante un caso de esos que han ocurrido más de una vez en que se ha dejado salir un fin de semana a un violador, momento en que este aprovecha para reincidir.
Quiero decir que, si al señor Matas se le ha hecho algún test que indique que no volverá a corromperse como para considerar que puede salir a la calle y cumplir sólo parte de su condena.
Porque dar por hecho que no repetirá debido a que tampoco repetirá cargo, no significa que se haya vuelto honesto y mucho menos que devuelva el dinero «robado».