El sueño americano

Guillermo_Ares_Opinion

Dicen que un argentino es un italiano que habla español, pretende el sueldo de un norteamericano y quiere vivir como los ingleses, dice discursos franceses y vota como senegaleses, piensa como los de izquierdas y vive como un burgués, alaba el emprendimiento canadiense y tiene una organización boliviana, admira el orden suizo y practica el desorden tunecino.

En general, todos queremos ser otro, cuando necesitamos dar fuerza a una opinión decimos que se lo hemos oído o leído a alguien «importante».

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Los americanos, los del norte, por supuesto, no quieren ser nada más que ellos mismos, mejores que los demás y superiores en todo.

Así inventan cosas que el resto del mundo aplaude, copia o sigue, nada que ver con los japoneses que copian, mejoran y abaratan, los americanos del norte horterizan lo imposible pero lo hacen líder y los demás, como borregos, lo admiramos.

El cigarrillo número UNO en USA, o el de los vaqueros, los de las vacas, no los azules, son los cigarrillos más macarras de Estados Unidos, el resto del mundo lleva años poniendo esas cajetillas a la vista para que todos sepan que fumamos americanos con filtro.

Son capaces de usar la bandera como símbolo nacional, local y personal, igualito que los españoles…

Llegan dudosamente los primeros a la luna, donde hay un conflicto bélico allá van de mediadores a tiro limpio inclinando la balanza según haya en juego, más o menos petróleo o cualquier futura deuda externa y, por supuesto, fabricación de armas.

En menos de doscientos años consiguen que «su» inglés sea el idioma común al resto del mundo y sus dólares la medida patrón según sus propias reservas de oro.

Un día consiguen picar a un grupo de soberbios y prepotentes dirigentes hasta que se crea un nuevo bando, el europeo, donde los países más importantes son sólo tres, el resto siempre a la cola.

Fueron creciendo, en número, inventaron el gran rival del dólar y… ¡ZAS! Con el sueño americano hemos topado.

La suma de tanto país reciclado como europeo, la creación de una moneda única que llevó el café de cien pesetas a ciento sesenta tan sólo por el cambio y redujo el salario mínimo de noventa mil pesetas a ochenta y nueve con noventa, no hizo otra cosa que desafiar y alterar al sueño americano.

No nos van a dejar, no nos están dejando, no seamos inocentes, al dólar lo que es del dólar y será el fin de la crisis.

Mientras el gran gigante crea que puede perder su liderazgo, estaremos en pie de ruina.

¡Ah… la ambición… ah… el poder…!

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