El juego en los niños

Verónica Monsonís (*)

Podría decirse que el juego es una actividad instintiva pues forma parte de la vida del niño desde que nace. Durante los primeros meses de vida el bebé juega con sus manos, las mira, las descubre y poco a poco entiende lo que puede hacer con ellas.

El juego ayuda a los niños a interactuar con su entorno, a aprender, a socializarse… A través del juego educamos a nuestros hijos y les ayudamos a desarrollarse emocionalmente y afectivamente. Conductas como recoger los juguetes tras jugar, adquirir hábitos de higiene, descubrir alimentos, aprender las normas y reglas del juego, resolver conflictos, y muchísimas más, podemos enseñarlas jugando.

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El juego constituye en el niño su actividad central. Exterioriza y pone en acción situaciones no solo agradables, sino también situaciones que vivió con miedo, angustia y dolor. De esta manera el niño controla la ansiedad y libera tensiones mediante la distracción y el placer. A través del juego desarrolla su autonomía, confianza e identidad. Por otro lado, es imprescindible para el desarrollo de sus capacidades mentales; favorece la creatividad, estimula la memoria, la atención y concentración, el pensamiento y facilita el desarrollo del lenguaje, pues el juego es una forma de comunicación. Además, el niño aprende a coordinar los movimientos de su cuerpo, desarrolla su equilibrio y fuerza, mejora el tacto, descubre nuevas sensaciones y aprende a imitar a los demás.

Para favorecer las relaciones familiares, jugar en familia es muy adecuado; favorece la comunicación, estimula la expresión de las emociones y aumenta la complicidad entre padres e hijos. Jugando se muestra una actitud diferente a la que se manifiesta en otros momentos del día. Se crea un ambiente más distendido y relajado, por lo que se crean situaciones naturales y espontáneas, sin obligaciones ni tensiones.

Las primeras relaciones del niño se demuestran a través del juego, primero con los padres y después con otros familiares y niños. Así pues, el juego es imprescindible para la socialización y fundamental para el desarrollo de su personalidad. Un niño que no juega nos hace pensar que algo le está sucediendo, y si esta situación se repite frecuentemente se hace necesaria una consulta. Podemos encontrar niños con carencias socioculturales, con algún tipo de discapacidad o niños que presentan algún tipo de problema psicológico como la depresión. Debemos estar alerta para averiguar si existe un problema si el niño no juega, o cambia de actividad constantemente sin entretenerse con ninguna, no entiende ni respeta las reglas del juego ni a sus compañeros o si no es capaz de expresar emociones, se muestra indiferente, apático y no muestra interés por nada… entonces deberemos buscar ayuda.

Los niños necesitan estar activos para crecer. Mediante el juego conocen la vida y el medio que les rodea. Es la manera a través de la cual se desarrollan a nivel afectivo, cognitivo y motor. Recuerda que el juego es un derecho que tiene todo niño y una oportunidad que tenemos los adultos de pasar un buen rato y de aprender de esa capacidad que tienen los niños de disfrutar con las cosas simples.

(*) Psicóloga. Master en Psicología Clínica. Experta en Atención Temprana.

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