El calzado infantil

EVA PÉREZ OLTRA (*)

Los pies: caminamos sobre ellos, pero… ¿les prestamos la atención que merecen? Los zapatos son de gran importancia en su desarrollo, sobre todo para los más pequeños. ¿Qué calzado les conviene más en cada etapa? ¿Qué debemos tener en cuenta para evitar malformaciones y favorecer un correcto crecimiento?
 Lo más importante para el correcto desarrollo del pie es el uso de un calzado adecuado en cada etapa de la infancia.
 Durante los primeros meses de vida, lo ideal es que el niño vaya con calcetines. En el caso de utilizar zapatos, estos deben ser sin suela, ya que durante el primer año, el pie crece normalmente hasta cuatro números, pasando de un nº 16 a un nº 20.
 A partir de los 10 meses, debemos empezar a preparar el pie del niño para gatear y ponerse de pie. Lo mejor es comprar zapatos con puntera y dorso consistentes para proteger sus dedos y evitar rozaduras y golpes que puedan darse. No es nada recomendable el uso de hebillas en esta etapa porque podrían causar erosiones en el dorso del pie.
 En el momento de empezar a andar, se recomienda el uso de zapatos bien reforzados en la parte posterior y lateral para una buena sujeción del tobillo. Esta parte del calzado se llama contrafuerte y no debe superar la altura del tobillo para evitar que la musculatura y los ligamentos de esta zona se lesionen. La suela, en cambio, debe ser poco gruesa, antideslizante y muy flexible para mejorar la movilidad del pie.
 Es importante también, que el cierre proporcione una sujeción correcta del pie; el velcro, es una buena opción.
 Siguiendo estas indicaciones proporcionaremos seguridad y estabilidad al niño en sus primeros pasos.

RECOMENDACIONES

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Durante los primeros 10 años, el crecimiento del pie del niño es exponencial, por lo que es útil revisar una vez al mes si el zapato le ha quedado pequeño. Para comprobarlo correctamente, podemos hacer lo siguiente (siempre con el niño de pie):
 1. Comprobar que el dedo más largo del pie, normalmente el primero, aunque a veces es el segundo, quede a 1,5 centímetros de la puntera.
 2. Introducir sin demasiado esfuerzo el dedo índice entre el talón y el zapato. Sobre todo al comprarlos puesto que, dependiendo del fabricante, el número puede variar.
 3. Hay que tener en cuenta que los dedos de los niños son muy elásticos, por lo que si el zapato le va pequeño, sus dedos se comprimirán y no le harán daño, pero, aunque no se queje, puede provocar problemas en el crecimiento natural del pie.
 4. Inspeccionar el pie, vigilando que no haya zonas enrojecidas debido al roce constante o a la presión que el zapato pueda ejercer.
 5. Las compresiones, mientras el pie se está osificando, provocan deformaciones importantes. Ante la duda, mejor unos zapatos un poco grandes que unos ajustados.
 Los niños van madurando su manera de caminar hasta los 7 años. A partir de entonces, sus parámetros, serán parecidos a los de un adulto. Para que el zapato no influya negativamente en esta etapa debemos tener en cuenta los siguientes puntos:
 – El calzado debe ser flexible y ligero, exceptuando el contrafuerte de la zona del talón.
 – Utilizar calzado de forma ancha y que se adapte a la forma del pie, sin angulaciones pronunciadas que puedan derivar en malformaciones.
 – La palmilla debe ser plana, evitando que eleven el puente del pie.
 – Los materiales han de ser naturales y muy transpirables.
 – En verano, las sandalias deberían ir bien atadas y, si es posible, sin elementos entre el primer y el segundo dedo.

(*) Podóloga. Clínica Kines. Dénia.

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