GLORIA MARTÍ (*)
Cuenta una leyenda que hace mucho, mucho tiempo, se reunieron tres duendes que aburridos buscaban algún entretenimiento divertido… Se les había ocurrido gastar una broma a los seres humanos y así decidieron esconderles algo importante para ellos, la felicidad. Para decidir cómo hacerlo cada uno dio una alternativa: el primero sugirió esconderla en el fondo del mar, pero otro contestó: “no, porque son ingeniosos, pueden construir un aparato que se sumerja en el mar y la encontrarían”… La segunda idea fue esconderla en un planeta lejano, pero otro contestó: “no, porque también pueden construir un aparato que vuele y la encontrarían, y no es eso lo que queremos”… Entonces el tercer duende, que había estado escuchando con atención a sus compañeros dijo: “esconderemos la felicidad dentro del propio ser humano, porque así se pasará la vida buscando en el fondo de los mares y en el universo y no se dará cuenta de que está dentro de él”…
Erróneamente solemos buscar la felicidad en “la persona, el ambiente, el trabajo, el nivel económico, la formación de una familia, etc. adecuados, es decir, inconscientemente atribuimos la felicidad a factores externos. Sin embargo la felicidad se encuentra en el interior de nosotros, de cada uno de nosotros, independientemente de los factores externos que pueden producir un sinfín de emociones tanto agradables como desagradables; duerme apaciblemente esperando ser despertada por nuestra valoración de nuestra vida. Puedes ser pobre y ser feliz, puedes sentir pena, rabia, dolor… y ser feliz, porque la felicidad no es una simple emoción aguda que llega y desaparece, sino un estado emocional general que implica una valoración positiva por nuestra parte, siendo lo más importante, no lo que nos pasa, sino el cómo reaccionamos ante ello. Una visión positiva, un “ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío” es el camino que nos va conduciendo hacia la felicidad, que encontraremos en el momento en que seamos capaces de apreciar lo que somos y tenemos, por poco que sea, más que en preocuparnos continuamente por lo que no.
Enemigos de la felicidad son la depresión, la ansiedad excesiva, el también excesivo estrés, la enfermedad y el dolor, el miedo y las fobias, las obsesiones compulsivas… todo lo que hace que en nuestro cerebro se produzcan menos, llamémoslas, sustancias de la felicidad. No hay que olvidar que el mundo emocional es un inmenso universo físico, productor de sustancias químicas que nos afectan en todos los sentidos. Las endorfinas, la serotonina, la dopamina… sustancias químicas, neurotransmisores, drogas… de los que depende nuestra felicidad o infelicidad, no es necesario tomarlas externamente, sino que también son fabricadas en el propio cerebro, siempre que seamos capaces de estimular su producción con una visión lo más positiva posible de la vida, y riendo!
(*) Psicóloga.