Verónica Monsonís (*)
Hola me llamo Carmen. Hace unas semanas leí un artículo tuyo a cerca de la “depresión de otoño”. En ese momento me vi identificada con algunos de los síntomas que nombrabas, pues hacía ya bastante tiempo que me sentía así: tristeza, falta de motivación, poca energía y pocas ganas para hacer las cosas, imposibilidad de conciliar el sueño, aumento del apetito, irritabilidad por pequeñas cosas, sin deseos de salir ni ver a nadie…
En la actualidad continúo con los mismos síntomas, incluso yo diría que va a más, pues ya creo que mi trabajo se ve afectado, y también mi vida personal; ¿Cómo puedo salir de esta espiral en la que parece que he entrado?
Hola Carmen. Por lo que me comentas en tu mail, parece que los síntomas vienen de bastante más atrás al otoño. Tienes que pensar en el momento en el que crees que empezaste a notar algunas de las características que indicas, y pensar en si ha habido algún cambio en tu vida: cambio de trabajo o domicilio, cambio de horario laboral, problemas económicos, algún problema familiar, alguna situación vivida con elevado estrés… Cualquier cambio en nuestra rutina puede provocar una pérdida de reforzadores y por lo tanto aparecer la depresión.
La depresión es un serio problema emocional que conlleva cambios significativos en nuestra manera de sentir, pensar y actuar. No nos deprimimos sin motivos. Las pérdidas provocan que nuestra rutina diaria se vea afectada, y como consecuencia, muchas de las actividades cotidianas que llevamos a cabo se ven perjudicadas; dejamos de hacer deporte, quedar con los amigos, leer, pasear e incluso actividades como trabajar, tareas del hogar o algo imprescindible como los hábitos de aseo. No nos apetece hacer nada y en lo único que pensamos es estar “tirados en el sofá”. Todo ello aún contribuye a que tengamos más malestar, y por lo tanto, a que empeoremos nuestro problema de depresión. Tenemos problemas de sueño, nos notamos cansados, débiles, decaídos, irritables, extremadamente tristes, con pérdida o aumento del apetito, etc.
Aparecen constantemente ideas que ponen en cuestión nuestra valía; nos invaden pensamientos negativos e irracionales, haciendo que nuestra visión del futuro se llene de pesimismo. Pensamientos como “no valgo para nada”, “soy un estorbo”, “todo me sale mal”, “soy un inútil”, etc. Los pensamientos aparecen de manera automática, y aunque no “tienen ni pies ni cabeza”, para la persona que los sufre son realmente válidos y totalmente ciertos…
En definitiva, la depresión afecta al organismo, al estado de ánimo y a la manera de pensar, de ver la realidad. Con el tiempo se agrava, impidiendo desarrollar nuestra vida cotidiana de manera normal; por eso es importante que busques ayuda psicológica para recibir el tratamiento adecuado.
Recuerda que puedes enviarme tus consultas a [email protected] o pedir cita en el teléfono 639-647656.