En uno de sus numerosos trabajos publicados en los libros de fiestas, el maestro e historiador Joan Ivars cuenta cómo llegó la luz eléctrica a Teulada. Y hace mención al hecho de que en la cultura romana se utilizaba una especie de lámpara hecha de barro, terracota o piedra donde una mecha sobresalía por un agujero de un pequeño depósito lleno de aceite, a la cual se le tomaba fuego. Esta lucerna es el precedente de nuestro candil, un recipiente de lata generalmente cuadrado que, a cada punta de los cuatro ángulos, tenía una salida para la mecha que, impregnada de aceite de oliva, hacía luz después de haberse le aplicado una cerilla o cualquier llama. Una variante de este candil, pero en plan más fino y menos popular, es el que se denomina lumbrera, mucho más elegante y, por supuesto, más caro de adquirir. Se trataba de un utensilio de latón o cocer que tenía un pequeño depósito de aceite en la parte superior desde donde salía la torcida ya impregnada de aceite. La linterna era otra manera de utensilio a aceite que consistía en un pequeño farolillo con mecha a la cual se le pega fuego.
Además del aceite, otro producto que se ha usado mucho para hacer luz es la cera. A estas alturas, el uso de los cirios queda muy restringido para funciones religiosas o para las procesiones. A casa tenían las palmatòries, utensilios para transportar los cirios y hacer luz, sobre todo cuando se iba la eléctrica
Otro producto popular de la segunda mitad del siglo XX fue el uso del carburo de calcio que en contacto con el agua produce el gas acetileno. El utensilio que se usaba era el carburer, que consistía básicamente en un recipiente para la piedra de carburo que se tapaba muy sujeta con una parte superior, desde donde salía un tubo al extremo del cual se ponía, enroscada, la bujía, pieza por donde salía el gas acetileno al cual se le aplicaba una cerilla y así se producía una llama que hacía luz. Todas las casetas de campo de los años 40 a 60, al riurau, a la naya, contaban con este utensilio.

Antes de la llegada de la energía eléctrica hubo otra fuente de luz. Se sabe que en 1883 se compraron veinticinco farolas, tubos y petróleo para el alumbrado público de Teulada. Y, unos años más tarde, se pondrían también a Moraira.
Y después de poco más de 20 años de alumbramiento público con faroles alimentadas por petróleo, cuenta Ivars, llega la energía eléctrica. En Teulada hay documentos que indican que la iluminación pública llegó en 1903 y en una anotación de 1909 hay constancia que el primer electricista que se encarga del mantenimiento de toda la instalación del alumbrado público es Vicente Blasco. Y también están las facturas de luz que el Ayuntamiento de Teulada paga a la compañía Sociedad Hidroeléctrica del Algar, suministradora de la energía en Teulada y muchos pueblos de la comarca.

Vicente Blasco continuó siendo el encargado del mantenimiento del alumbrado público de Teulada hasta muy entrados en cuarenta. En 1947 se encargó del mantenimiento del alumbrado lo denier Bautista Català Pastor. Él fue el encargado de gestionar la compra de la casa que la compañía eléctrica adquirió en la calle Nuevo. La compañía proveedora de la energía ya estaba en manos del Electricista Alcoyana y después esta fue absorbida por Hidroeléctrica Española. En esta casa vivía Bautista Català con su familia y allí nació una de sus hijas, Paquita Català.
Bautista Català marchó en Dénia hacia 1952 y en su lugar llegó como electricista de Teulada Pepe Ortega, de Xàtiva. Aquí casó con una teuladina y tuvo hijos. Después de unos años de trabajo se trasladó a Dénia para operar desde las oficinas donde se centralizaban todos los servicios comarcales. Pepe Ortega fue el último electricista de la compañía en Teulada. Posteriormente, todos los problemas relacionados con las instalaciones han estado y siguen estando dirigidos desde Dénia.
La luz eléctrica llegó a Moraira 50 años más tarde, concretamente el 25 de julio de 1959. El mismo Joan Ivars lo cuenta en primera persona: “Estaba yo pescante con un tio mío borde en el castillo de Moraira. Ya se había hecho oscuro y de golpe y repent los cielos se llenaron de carcasas y cohetes para celebrar la llegada de la luz a Moraira. Fueron unos momentos de mucha emoción. En aquel verano estaba rodándose la película Lo hombre de la isla, que tenía como protagonistas Paco Rabal y Marga López”.
A finales de los años 40 todavía había una sola bombilla a la mayoría de las casas. Durante algunos años, por el día no había electricidad y, ya hacia la tarde-noche, llegaba el fluido eléctrico. En aquellos tiempos, la luz se iba cada dos por tres y una simple lluvia era suficiente para quedarse a oscuras. Entonces había que buscar lel candil, para ir por casa, o el “carburero” si estábamos a la caseta. Las claves de abrir y cerrar la luz, cuando se humedecían, descargaban electricidad.
Joan Ivars hace mención también otros utensilios para obtener luz, como por ejemplo los petromax, usados sobre todo para la pesca de la sardina a Moraira y para alumbrar calles en días de fiesta, los molinetes de viento con batería de algunos vecinos de Benimarco, el camping gas o el quinqué.