Ya en septiembre estamos pensando si el próximo verano repetimos o buscamos nuevos horizontes para las vacaciones, sólo faltan unos diez meses…
Avanzados en mayo posiblemente ya tengamos los billetes o estamos mirando qué hay que hacerle al coche, algunos hasta compran uno nuevo para estrenarlo en julio o agosto.
Ciertos personajes disfrutamos más con los preparativos que con el propio viaje, así para unos, los preliminares son más estresantes o divertidos para otros.
Una semana antes del día de salida ya hay quienes tienen la maleta casi hecha o las muchas y otros esperan hasta el último momento para finalmente dejar fuera más de una cosa que echa de menos cuando ya es demasiado tarde para volver a casa.
Por fin el día tan esperado amanece y todo son nervios, más de una mala cara, algún fuera de tono según la familia o el grupo, hay casos en que las palabrotas, gritos y hasta gestos bruscos son el telón de fondo.
Por arte de magia, una vez sentados en el avión, coche o tren, la cosa se calma un poco, es cuando hay que revisar mentalmente lo que nos espera, la reserva del hotel, el piso o chalet.
Unas horas más tarde, otra vez el agitado ritmo… frenético, diría, para trasladar las maletas hasta el dormitorio, que no se nos olvide ninguna, la reserva que no sé dónde la puse y que no se haya quedado en casa.
Los próximos días serán aceleraciones nuevas, horarios para la playa, la cena, el desayuno, un helado, la comida, la tumbona que no trajimos porque era mucho bulto, habrá que comprar una nueva, si acaso dos.
Si estamos en una vivienda alquilada se trabaja más que en casa, se limpia lo sucio que dejaron los anteriores del año pasado porque aunque sea por unos días nadie aguanta tanta mugre de otros.
Me dejé el CD que más me gusta oír, quienes jamás lavaron un plato esta vez les ha tocado, hay que hacer las camas, poner las toallas a secar después de la playa, la lavadora no es como la de casa, la nevera más pequeña y no hay en el barrio la marca de leche que tomamos siempre.
Finalmente por la noche llegamos reventados a la serie o peli preferida, los canales no son los mismos, nos perdimos lo mejor de los martes, pero el cansancio tampoco nos hubiese permitido verlo.
Quince días así no hay quién los aguante.
Ya ni hablemos si vamos a un hotel donde se acumulan las horas muertas que no hay quien las pase sin aburrirse hasta el cansancio.
Por fin se acaban las vacaciones y todo vuelve a su sitio.