Muchas veces quedo asombrado de la polifacética y multivalente personalidad de los hombres del mundo rural y marinero. Los del mundo urbano creo que son más unifacéticos y univalentes. Creo que la clave de estas múltiples facetas está en el tiempo que transcurre sin poder ir a trabajar a causa del mal tiempo, lo que sucede lo mismo en la mar que en el campo. Han de ocupar ese tiempo y desde el ‘fes cordell’ cuando por mal tiempo te vuelvas a casa a otras numerosas actividades en que el ‘homo ruralis’ entretiene y ocupa sus espacios vacios de actividad.
Antonio Erades es una persona que me ha dejado asombrado por su capacidad para ocupar el tiempo de forma inteligente. Nació el año 1932 en Triana y a los seis años pasó al Montanyar. Su padre, Moisés Erades, que era patrón de pesca y tenía el título de mecánico naval de los tres grupos y era patrón de bajura, lo encarriló hacia el mar pero también hacia la música a través de la guitarra. En su vida la presencia de la música y la actividad en la pesca se conjuga también con su maestría en la tosca y su presencia en el coro parroquial de Duanes. Pero además, a su edad, aun lo veréis todas las mañanas sumergirse en el agua frente a la playa de la grava, haga frío o calor, esté el mar tranquilo o movido, para nadar un rato en las aguas de nuestro Mare Nostrum.
Su padre le enseñó cuatro acordes en la guitarra y a partir de ahí le gustó esta actividad. Me cuenta que tenía seis años y cuando veía la pava (con las alas negras, de la Aviazione Legionaria italiana) que se acercaba con un ruido similar al de un pavo, mientras otros se colocaban un trozo de caña entre los dientes, él tocaba la mandolina para con su sonido ahogar el de la avioneta que se acercaba ametrallando a diestro y siniestro.
A los nueve años comienza con la guitarra y también acude al coro parroquial de donde llegó a ser presidente, pero esta actividad musical se desarrolló en otros ámbitos y de esta forma se integró en la Rondalla de Xàbia y a la Rondalla Daniya de Dénia. Con sus amigos Roque Polvoreda y Vicente Ferrer formaron un trío denominado ANROVI dando a conocer en un CD su música con la colaboración de Silvia Ferrer, y con la idea de dejar para la posteridad, a los hijos, amigos y conocidos una muestra de su arte musical que de esta forma podrá pervivir a través del tiempo. Os digo que es una gozada el oírlo y ver como sus intérpretes sin estudios de música, pero si con un buen oído, un esfuerzo y unas aptitudes extraordinarias y los consiguientes ensayos, logran desgranar de los instrumentos de púa unas melodías que a ellos les enorgullece y a los demás nos llenan los oídos.
Pero en el caso de Antonio, su esfuerzo es mucho mayor porque teniendo una actividad como la de ‘tosquero’ con la que se inició a los doce años, que le endureció los dedos y hasta le creó callos, ha sabido con esos mismos dedos, moverlos con agilidad desde la prima al bordón sobre el mástil (mástil en la guitarra y mástil en las barcas) de la guitarra. Pero de lo de tosquero hablaremos otro día.