Cosas de la mar de Xàbia (XXI). La pesca del bou (4)

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El tiempo pasa y las dos barcas han cubierto ya gran parte del viaje en busca del caladero apropiado. Ha llegado el momento de calar. El comandant da las órdenes oportunas; las dos barcas se colocan una al lado de la otra – esto lo escribí en 1986 y se cuenta la vida en las parejas de bou –; según el día o la intuición del comandant, ordena que se lance el bou número … al agua. Tiran el doble de una barca a la otra, le amarran el caló del bou y de forma conjuntada van soltando malletes al unísono mientras las barcas van navegando con mayor lentitud para evitar que el bou se rompa, para ello se ha mandado amarrar els rissos si el viento es fuerte.

El bou realiza una correguda y va recogiendo peces del fondo a la vez que pelágicos, ya que el bou se presenta como un gran saco con una gran abertura a donde los peces, sin darse cuenta van entrando hasta el final o copo. A los pescadores no les gusta que entre un delfín o galfi, pues aparte de comerse a los demás peces, ocasiona grandes destrozos en la red. Existe un dicho popular en el que se alude a su voracidad: ‘menges mes que un galfi’.

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En este rato y antes de xorrar (recoger) el bou, los pescadores realizan el almorçar. Se reúnen todos sobre la popa y comen ese guiso que sólo los pescadores saben preparar, el caldero en el que siempre se encuentran ñoras y ajos, bañados por el salitre de la mar, salpicados por alguna que otra gota, en constante movimiento, todos comen del mismo plato (un signo más de hermandad y fraternidad) luego el pescado asado sobre las ascuas de carbón; el vino va pasando de uno a otro y ese momento feliz transcurre con parsimonia. Son las 9 o 10 de la mañana en verano o las once en invierno.

Luego, a xorrar el bou. Las dos barcas, al unísono empiezan a recoger les malletes ayudados por el xigre y les espeques que van enrollándolas mientras el xiquet va dejando sobre el fondo de la barca les malletes en disposición de volver a ser usadas.

Cuando el bou ya está cerca, lo pasan a una de las barcas y esa lo tirará arriba. Se pasan también uno o dos marineros de la otra barca para ayudar en la función de recoger el pescado. El copejaor ayudado por un salabre y con el complemento de uno de los remos va facilitando más esa función.

Luego vendrá la distribución y clasificación del pescado en ‘coves’ extendidos sobre la barca e iban colocando en uno els lluços grossos¸ en otro el lluç migenseret, les palaies grosses i les molleres¸ otro para la morralla donde iban rascasetes, peludetes, furonets, palaetes, vetes, burrets, esparrallonet xicotet, pagrets. Los pulpos iban a otro cove mientras el pescado bestinal se distribuía en otro distinto (rajaes, ullaols, gatets, romagueres, milans, mussoles, tremoloses, rap…) Los malarmados en otro… Así cada cove tiene una clase de pescado o como dice un dicho popular: ‘lo que está en la canasta es peix, que lo demès peixcar es’ o ‘lo que hi ha al cove es peiz, lo que hi ha en la mar, peixquera’, dando un sentido práctico y utilitario del trabajo y dejando las ilusiones para la lechera del cuento.

Glosario:

– El número del bou. Entre las dos barcas llevan 4 ó 5 bous numerados o con nombre y el comandant elige el que hay que lanzar; la recogida o ‘xorrar el bou’ lo realizaba de forma alternativa cada día por cada una de las dos barcas.

– Les mallestes. Tienen unas 60 brazas de longitud cada una: la braza mide 1’83 mts. Cada barca llevaba entre 17 y 20 malletes con el fin de ir enlazando una a la otra.

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