Ya que podemos confiar bien poco en los gobernantes estatales y autonómicos del partido que sean, no estaría mal que la Virgen de los Desamparados -o San Francisco de Asís por citar un santo ecologista- insuflara algo de sentido común en los gobernantes municipales de nuestra comarca para que se atrevieran a tomar decisiones favorables al problema fundamental de los ciudadanos que es el de gobernar nuestras familias. Hoy en día, por aquí, pocos milagros podemos hacer si no apoyamos con todas nuestras capacidades al turismo, al comercio local, a la hostelería y a los servicios. Los especuladores no nos pueden robar ni el mar, ni el sol, ni la cultura, ni la naturaleza. Si puede ser, y con la ayuda divina, ¿por qué no se actúa en consecuencia, y antes de aplicar reglamentos desfasados propios de otras épocas, nuestros ediles y funcionarios de acuerdo con las asociaciones respectivas dan un giro radical y cambian actuaciones inamovibles de años para que la gente pueda trabajar, ganarse la vida y dar de comer a sus familias?
