Estos días me han sorprendido algunos escribidores explicando las matanzas de niños, mujeres y personal civil en Palestina, como producto de un «conflicto bélico» y de «daños colaterales». ¡Hay que ver las palabras como condicionan las cosas!
Primeramente explicar que en Palestina no hay ningún conflicto bélico. Para que lo hubiese, debería haberse declarado la guerra entre dos estados. Y allí sólo hay un estado -reconocido internacionalmente- y una tierras ocupadas. Y lo que algunos llaman conflicto bélico no es más que represión pura y dura de un ejército contraviniendo todos los pronunciamientos de la ONU y de los organismos internacionales. Y utilizando -Israel- castigos colectivos que según las convenciones internacionales son crímenes de guerra. 
Y, encima, los asesinatos indiscriminados de niños y personal civil, ciudadanos palestinos, son considerados como «daños colaterales» en un ejercicio cínico y obsceno por parte de un estado que debiera sujetarse al imperio de la ley y del derecho, y que con estas consideraciones está violando doblemente la pena y el dolor de los familiares de los asesinados. Y buscando su impunidad.
