Las fotografías que José Marsal Caballero dejó para la posteridad constituyen un testimonio impagable de aquella Dénia que fue
De la Dénia de los tiempos de la pasa se ha hablado y escrito mucho. Pero nada mejor que las imágenes para hacernos una idea mejor de cómo fue aquella actividad en la que se volcó la ciudad y que le dio prosperidad y renombre. Era una Dénia rural y de comerciantes, de grandes extensiones de viñedos, de hombres de negocios y terratenientes, de mujeres y hombres del campo y también de niños que colaboraban en las tareas agrícolas, de carros cargados que llegaban de otros pueblos de la comarca, de almacenes, de barcos y de una intensa actividad portuaria. José Marsal Caballero, fotógrafo y muchas cosas más, retrató esa ciudad abierta y dinámica que se llenó de forasteros y donde no todo fueron alegrías, pero a la que el negocio de la pansa dio mucha vida. A través de la fotografía, recogió algunos de los momentos clave en el proceso de producción de la pasa. Su destino, una colección de tarjetas postales que nunca vio la luz pero cuyos negativos guardó la familia. Hoy nos sirven para entender mejor aquella Dénia de finales del siglo XIX y principios del XX y todo lo que implicó la que fuera su principal actividad.
La colección fotográfica está formada por 10 imágenes que se exhibieron el sábado pasado en el Carrer Cavallers, a las puertas del Museo Etnológico, y fueron comentadas por su director, Josep A. Gisbert. Junto a ellas otra imagen rescatada del olvido hace apenas seis meses: la de una camiseta -el papel que se ponía dentro de las cajitas de pasa para envolverla- con el nombre de Jaime Morand & Cª y con cuatro fotografías de la colección y otra del castillo.
Jaime Morand Fourrat fue un importante hombre de negocios, alcalde de la ciudad entre 1886 y 1889, presidente durante un tiempo de un partido republicano progresista que tuvo de vicepresidente al hombre que dio nombre a la calle en la que se exhibieron las fotografías, Gabriel Moreno -hoy Cavallers-, e impulsor de la remodelación del puerto. Morand tuvo negocios con Inglaterra, a donde viajó en 1890 y donde estuvo tres años, y su compañía fue también una de las primeras importadoras de guano. Fue vicecónsul de Suecia en Dénia e importó madera del norte de Europa que sería utilizada para la elaboración de las cajas de pasa. Disfrutó también el arrendamiento de leñas, pastos y productos del Montgó y exportó masivamente la pasa de Dénia a América. Como dijo Gisbert, “fue un gran hombre de negocios”.
Fallecido en septiembre de 1914, el arqueólogo calcula que las camisetas con las imágenes de Dénia serían de unos diez años atrás. Explica que la colección de postales no llegó a editarse porque las imágenes fueron tomadas justo en el momento en que estalló la crisis de la filoxera. “Hablar de pasa entonces se convirtió en tabú”, precisó Gisbert, “y el proyecto de hacer las postales nunca se llevó a cabo”. Quedaron los negativos en aquel moderno laboratorio fotográfico de principios del siglo XX que José Marsal legó a su hijo, José Marsal Mahíques. La saga de fotógrafos continuaría con el hijo de este, Enrique Marsal Armell, quien los donó al museo.
Josep A. Gisbert remarcó el carácter emprendedor de esta saga familiar, heredado ya del padre de José Marsal Caballero. Este último se dedicaría además a otros negocios, como la producción de camisetas para las cajas de pasa. Fue también el creador de la emisora de radio EAJ 45 Radio Dénia, en 1930, otro de los hitos en la historia de una ciudad que a principios del siglo pasado exportaba naranja y frutos secos y veía nacer una industria del juguete que pronto se convertiría en puntal de su economía, principalmente por la caída de la pasa.
En las fotografías de José Marsal se aprecia el papel de las mujeres y también de los niños -como ocurriría con el juguete- en todo el proceso de la pasa. Se recogen momentos decisivos (cortando uva, echando leña al fornet, escaldando, cargando el carro, apilando los cañizos, tapándolos con la vela…) y nos invitan a detenernos en detalles como la indumentaria de las mujeres, la casa señorial con columnas de orden dórico que aparece en las fotografías o los capazos de llata con las iniciales posiblemente del propietario de la producción. Y como colofón, una fotografía del puerto que refleja muy bien el momento.
Son imágenes para recordar que cuando se cierra un cicle se abre otro. En los últimos dos siglos, la pasa, el juguete y el turismo han sido las actividades más importantes de la ciudad. Pero la pasa ya lo fue con anterioridad, como recordó Gisbert, en el siglo XII. La ingesta de higos secos y pasas era fundamental para los árabes y hubo empresas especializadas en ellos y también en la elaboración de mermeladas. Una historia de la que no se conservan imágenes pero que también merecería ser contada.