Verónica Monsonís (*)
Llegan los primeros días de colegio, y muchos niños, sobre todo en los primeros cursos de infantil, lloran durante varios días al dejarlos en la puerta del patio. Tenemos que tener en cuenta que esto que sucede es normal, ya que muchos de ellos se enfrentan a situaciones desconocidas que, muy pronto, les resultarán familiares al incluirlas en su rutina diaria.
Los padres debemos jugar un papel importante, pues nuestra actitud y nuestra manera de resolver las situaciones día a día con ellos en el colegio, harán que fomentemos en mayor o menor medida las respuestas de nuestros hijos. Intentemos comprender la situación a la que se exponen (muchos de ellos por primera vez), pero sin llegar prestar excesiva atención a esa actitud de «víctima» que muchos de ellos muestran, creando en nosotros esos sentimientos de culpabilidad que no ayudarán a que la situación cambie, sino más bien todo lo contrario.
Cabe destacar la importancia de comprender que estas reacciones son normales en algunos niños y niñas, y es importante diferenciarlas del «trastorno de ansiedad por separación» que explicare a continuación.
El trastorno de ansiedad por separación hace referencia básicamente a los niños que sienten un miedo extremo por tener que separarse del hogar o de las figuras a las que tienen mayor apego (padres, abuelos, cuidadores, etc.), aunque esta separación sea de forma puntual, como cuando los padres planean salir por la noche y dejar al niño al cuidado de otra persona. El trastorno de ansiedad por separación puede ir acompañado de depresión, tristeza o miedo a que algún miembro de la familia se vaya o muera, y puede llevar a que el niño se niegue a dormir solo, a ir al colegio o a realizar actividades que signifiquen de algún modo la separación de sus padres, como asistir a campamentos de verano. Son niños que tienen temor a quedarse solos todo el tiempo y que necesitan la presencia de seres queridos constantemente. Sufren pesadillas reiteradas sobre la separación, tienen excesiva preocupación por perderse de la familia, tienen aprehensión por su seguridad, se preocupan por el hecho de dormir fuera de casa, padecen dolores de cabeza y de estómago, temblores, sudoración y vómitos. Los síntomas suelen aparecer después de un período sin colegio, como las vacaciones de verano, de Navidad, o después de una enfermedad prolongada, y aparecen igualmente en niños que en niñas.
Es fundamental diferenciar entre la ansiedad que manifiesta un niño al separarse de sus padres y el trastorno de ansiedad por separación. En el caso último, se tiene que valorar si la frecuencia, intensidad y duración del trastorno es realmente excesiva y no es propia de la que manifestaría un niño de igual edad en la misma situación. Además habrá que tenerse en cuenta si la vida cotidiana del niño o de las personas a quién está más vinculado se ve interferida y no sigue un curso normal. Por último la edad es fundamental a la hora de diagnosticar el trastorno de ansiedad por separación, ya que un niño mayor de 3 años que presente los síntomas que se han expuesto anteriormente no puede considerarse dentro de la categoría de una ansiedad propia del desarrollo infantil, y por lo tanto es importante que se consulte con un profesional.
(*) Psicóloga. Master en Psicología Clínica. Experta en Atención Temprana.