Los que me conocen estarán ahora mismo atónitos. No es para menos, después de semejante titular. Me he quedado más ancho que pancho, la verdad sea dicha. Pero es que estoy realmente encantado con la política de recortes en gasto municipal del actual equipo de gobierno dianense.
Las anteriores corporaciones, por ejemplo, aprovecharon la crisis y las exigencias de «sostenibilidad» de Madrid para hacer prácticamente inaccesibles las bases para la obtención de ayudas en Dénia. De ese modo, dieron lugar a un gran recorte social, según ellos ahorro y otros eufemismos que no quiero recordar por su carácter poco humano, mientras las personas en situación de riesgo de nuestra ciudad quedaban desamparadas. Al final de la partida, alegaban que nadie las solicitaba y se negaban a modificar los parámetros de acceso a esos derechos, a pesar de que cierto partido de la oposición se lo diera hecho. Unos derechos transformados en caridad, a través de su habitual retórica reaccionaria, ya que la derecha tiende a ver lo referente a servicios sociales como elementos de solidaridad, beneficencia y la mano milagrosa del «papá Estado». Mientras eso sucedía: ¿sabía usted que el Ayuntamiento gastaba 5.000 euros al mes en la Oficina de Turismo de la calle Manuel Lattur existiendo locales vacíos que son propiedad del consistorio? 
Se preguntarán para qué queremos recortes sociales, si podríamos haber ahorrado 315.000 euros desde 2010, eliminando ese gasto descaradamente superfluo. Yo me pregunto lo mismo.
Por ello, soy más partidario de las técnicas presupuestarias de Vicent Grimalt y su particular Yanis Varufakis, Paco Roselló: recortar los sueldos de alcalde y concejales en un 10%, control de gasto con los presupuestos base cero y, cómo no, el traslado de servicios alojados en oficinas alquiladas a dependencias municipales. ¿Por qué recortar en lo importante para las personas si existen otras partidas prescindibles?
(*) Periodista.
