¡A más de 26 grados no trabaje!

INÉS ROIG (*)

Llevamos semanas con los termómetros y los contadores de la luz batiendo todos los récords: altas temperaturas por las olas de calor, elevado consumo de energía… Parece que no estamos dispuestos a aguantar más grados de los inevitables y, no queda otra que poner en marcha el aire acondicionado tanto tiempo como sea necesario.
Sin embargo, este sistema de refrigeración siempre ha estado rodeado de polémica. Por un lado, cuenta con defensores de sus capacidades para crear y mantener un ambiente agradable y, por otro, están quienes lo consideran perjudicial para la salud, sobre todo, por su vinculación con los resfriados y los problemas respiratorios.
Pero, ¿podemos afirmar que el uso del aire acondicionado es el origen de estos males? O tal vez, ¿deberíamos buscar su causa en el manejo incorrecto que se hace de estos equipos o en su falta de mantenimiento?
La sensación de bienestar en el hogar o el rendimiento laboral en la oficina dependen de muchos factores, uno es la temperatura. Tanto es así que fijar entre 24 y 25 ºC el termostato del aparato de aire acondicionado asegura un mayor confort en casa y un incremento del rendimiento en el trabajo. Sin embargo, estos días en que el calor aprieta, es lógico que cuando llegamos acalorados de la calle pongamos el aire a tope y a temperaturas por debajo del punto de confort humano, lo cual es un grave error. Podemos resfriarnos, además de tener problemas para conciliar el sueño si lo ponemos para dormir por la noche; mantener una temperatura adecuada y, sobre todo, constante, es lo más importante para evitar los resfriados provocados por los cambios bruscos de temperatura y las diferencias entre el interior y el exterior.
El uso del aire acondicionado ha estado asociado durante mucho tiempo a numerosas afecciones, siendo los resfriados y problemas respiratorios los más comunes. Sin embargo, el verdadero riesgo para la salud no son los aparatos de aire acondicionado en sí mismos, sino los gérmenes depositados en los conductos de ventilación que el aire acondicionado puede transportar hasta las vías respiratorias. Así mismo, se considera que los principales causantes de las infecciones en las vías respiratorias son las bajas temperaturas a las que a veces se ponen estos equipos, la sequedad del ambiente que producen y los cambios bruscos de temperatura entre el interior y el exterior del edificio.
¿Qué medidas deberíamos tomar para esa puesta a punto ideal? En principio, los aparatos domésticos, prácticamente no requieren ningún mantenimiento. Bastaría con una sencilla limpieza de los filtros cada seis meses. En lo que se refiere a instalaciones más complejas, como las de los edificios de oficinas o fábricas, es fundamental una limpieza profunda de los filtros y los conductos una vez al año. De no hacerlo, se incrementa el riesgo de contaminación por bacterias, o de hongos, que salen al aire que respiramos y aumenta la posibilidad de que produzcan infecciones.
Se debe evitar programar el equipo a temperaturas demasiado bajas porque de hacerlo dificultaría la funcionalidad de nuestras mucosas. Además, nos obliga a respirar por la boca y no por las fosas nasales, lo que hace que el aire frío que respiramos llegue directamente a la garganta causando infecciones a ese nivel.
En cuanto a la temperatura, lo importante es evitar las variaciones térmicas para no coger un resfriado y, además, es aconsejable que el chorro de aire frío no esté enfocado a un punto fijo, ya que recibir el canal de aire frío directamente en la cabeza, hombros o espalda puede favorecer la aparición de dolores de cabeza y contracturas musculares.

(*) Farmacéutica

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