A la lluna de València: Para el calor, fiesta

RodolfoMartiTenemos el verano encima, aplastándonos como si fuera una prima de riesgo, empapándonos de sudor, pero no de ese sudor que sale de los poros de la piel a borbotones, sino ese otro sudor pegajoso, grasiento, que solo se quita con una buena ducha.

Caminar bajo el sol es un ejercicio penoso, lo que nos hace añorar la sombra de los plátanos de calle Campos, que este año proporcionan mucha menos sombra por la agresiva poda a la que han sido sometidos.¡Eso es un recorte!

Siento nostalgia de otros años, en los que el calor se podía mitigar tomando un refresco, una cerveza debajo del verde entramado de las robustas ramas de los añejos y familiares árboles.

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Cuando el calor impide descansar, pensar, lo mejor es dejar cualquier actividad para después de las tormentas de finales del estío. No hay forma de concentrarse y como para estar más fresco, me pongo en la terraza, la falta de concentración se acentúa si, encima, tienes una perforadora todo el día taladrándote los oídos y ofuscando el cerebro cerca de casa.

Por eso tienen que prodigarse las fiestas en el verano, cuando las calles se llenan al anochecer, buscando brisa marina que amaine los calores. Estas fiestas son necesarias y deben abarcar todas las actividades del casi desaparecido Estado del bienestar, como la atención sanitaria primaria que, inopinadamente, dio dos días de fiesta seguidos en el ambulatorio, porque también los sanitarios tienen calor y están agotados de hacer recetas.

No se apuren y pónganse a remojo. Les sugiero que para el calor, habida cuenta del precio de la electricidad, del aumento del IVA y otras desgracias varias, que se compren un botijo y un pay-pay. Un servidor de ustedes, si Dios no lo remedia, les dejará descansar hasta que me reponga de los calores de este mes y del próximo agosto. ¡Hasta la próxima!.

 

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