Se paró un coche a su lado. El conductor se le dirigió en un idioma, que le pareció el inglés y que le hizo suponer que su interlocutor era británico, corroborado por la posición del volante, a la derecha del vehículo.
Le preguntó el extranjero que moneda se usaba aquí. Mi amigo, le dijo que la moneda utilizada en España era el euro, lo que le reafirmó en su opinión de que aquel era un extracomunitario o un comunitario de fuera de la zona euro.
Le pidió que le enseñara una muestra de las monedas para poder identificarlas Así lo hizo el español, sacando el billetero y enseñándole un billete de 50 euros. El extranjero le instó a que sacara otro billete del monedero. Así lo hizo. El conductor lo sacó del mismo y lo miró por todos los lados, devolviéndoselo después.
Se marchó con un seco «zankiu». El español se fue a sus cosas y después de hacer una compra, se dio cuenta que de la cartera le habían desaparecido 300 euros. El habilidoso extranjero le había desplumado, vaciando su billetero. Nada pudo hacer, porque no había tomado la matrícula del coche, ¿para qué si era un turista? No obstante cursó la correspondiente denuncia, a sabiendas que nada se podía hacer y que le habían volado 300 del ala.
Moraleja: No te fíes ni de tu padre. Otra moraleja:. En todas partes cuecen habas. Añado otra reflexión de mi cosecha: Ni todos los españoles somos unos chorizos, ni todos los extranjeros son hermanitas de la caridad. Así, que ¡cuidado!