Después de tanto elucubrar con quien ha sido el culpable de la crisis, después de tanto especular sobre si han sido los «mercados», los bancos, la burbuja inmobiliaria, después de anunciar una amnistía fiscal para los defraudadores de alto copete, los culpables de la crisis son los pensionistas, los jubilados, esa inmensa masa de gente improductiva, que quiere vivir a costa de los demás. Por eso, este gobierno, justiciero, sobrio, exento de culpa y de culpables en sus alrededores, con una pesada herencia de gobiernos anteriores y de gobiernos de comunidades autónomas propias y sobre todo de la oposición, este gobierno digo, ha decidido cortar por lo sano. Para ello ha decretado que el pensionista que esté enfermo que pague el 10%, que los que van a la farmacia es por vicio y para fastidiar a los que están sanos y trabajando.
Habrá que recordarle a este justo, sabio y sobrio gobierno que los pensionistas han sido en su momento trabajadores y que han cotizado un determinado número de años de su vida para poder tener una pensión contributiva, que han pagada con arreglo a lo que ganaban, es decir, cuanto más ganaban, más pagaban y su tramo de IRPF ascendía cuanto más alta era su retribución. Además pagaban una cuota para SS con la que se contribuía a las arcas de las que se sacaba el dinero para pagar la atención sanitaria y farmacéutica. Cuando llegaban a la edad de jubilación, las pensiones más altas también pagaban el IRPF, con arreglo al tramo legislado para los que trabajaban. O sea que volvían a pagar por lo que ya habían pagado. Esos mismos trabajadores, ahora pensionistas, han soportado sobre sus hombros una guerra, una posguerra en un país totalmente desolado y que con la generación siguiente levantaron España al rango de potencia económica, gracias a lo que se llamó milagro económico español, que tuvo de milagroso el sobrevivir al esfuerzo titánico que supuso llegar a donde llegó.
Ahora, las pensiones han sido congeladas y el impuesto que las grava, aumentado, como a todo hijo de vecino, con lo que las pensiones más altas siguen contribuyendo más a la Hacienda Pública, esa que dicen que somos todos, pero que algunos son más que otros, sobre todo si han defraudado tanto dinero como para que en los paraísos fiscales les hayan abierto una cuenta cifrada y secreta, en la que poner su capital y que esa hacienda, que ahora les va permitir sanear sus cuentas con ella, no se enterase. 
Para que los que pagaron y siguen pagando, antes de su salario y ahora de la pensión, les van a hacer, no un copago, ni un repago, ni un recorte, sino un reajuste por su bien. Esperemos que el próximo reajuste se produzca entre los que se dedican a la gestión de la política y la administración de las cuentas del Estado y se rebajen sus sueldazos, sus pensionazas, sus indemnizaciones que les dan al ser despedidos por hacerlo rematadamente mal, que suerte han tenido de que la ley de reforma laboral no les haya caído encima, o que se pongan unos sueldos con arreglo a la situación de crisis que vivimos. ¡A que no!
