A la luna de Valencia: Feliz Navidad

RodolfoMarti

Ya estamos, un año más, en la antesala de la Navidad. En estos días, hemos deseado a nuestra familia, nuestros amigos más menos íntimos, a nuestros conocidos y a los que pasan por la calle, que sean felices. Es un deseo que algunos no comparten, porque no creen en estas fiestas y no creen que se tenga que ser feliz en ellas y el resto del año olvidarse de la felicidad propia y ajena. No es eso.

Los que como yo desean felicidad a los demás, lo hacemos para que nuestros próximos sepan que en nuestra mente hay un hueco todavía no atacado por el alemán robamemorias y que nos acordamos de ellos. Que pese a todo lo que está cayendo, queremos que tengan un momento de felicidad, esa felicidad que no se compra con dinero, que nadie nos debe quitar y en la que no pueden entrar los recortes.

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Me suelen criticar que soy muy dado a felicitar las onomásticas. Es otra forma de recordar a las personas que no están cerca de mí, a las que a veces hace tiempo que no veo y con las no he tenido una conversación hace mucho tiempo. Pero me acuerdo de ellas.

Para mí la amistad es algo más que un trueque, una compraventa. «Amigo llámame. Fiel responderé», decía el personaje de una película de época, dirigiéndose a su amigo en medio del campo de batalla, cubierto por la nieve, el día de Navidad. Ese es el espíritu que me anima. Después de lo dicho, solo me queda añadir ¡Feliz Navidad!, le pese a quien le pese.

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