Está semana tengo un dilema para rellenar la columna. Dado que el periódico sale en el día de reflexión, ese día antes de las elecciones, en el que está legislado que no se puede hacer campaña electoral y que por un quítame allá esas pajas te pueden acusar de hacerla y por consiguiente, ser imputado de delito electoral. Conviene, pues, no tentar a la suerte, que uno es afortunado en amores y no escribir nada excesivamente profundo, metafísico, en la línea de los últimos escritos.
Quedaba pues otra opción y es darle un vuelo desenfadado, alegre. Pero como está el panorama por el mundo adelante, cualquiera se toma nada a risa. Además tampoco está uno para guasas, que hasta podemos tener un tsunami a poco que los volcanes de las Canarias se pongan broncos. Y es que cuando no hay harina, todo es mohína, que decían los escritores clásicos, a los que aconsejo releer, pues tampoco ellos se lo pasaron muy bien en los tiempos imperiales, en los que había más piojos que pan, más pretensiones que doblones. Acuérdense vuesas mercedes de aquel hijodalgo que se enredaba en los pelos de barba migas de pan para que todos creyeran que había comido aquel día, cuando estaba sin catar la comida desde hacía tiempo, y que tenía la faltriquera llena de piedras, para que los acreedores pensasen, al verla tan llena, que tener dinero tenía, pero no ganas de pagar. En fin, reflexionemos en paz y en compañía, a ser posible en familia, que familia que reflexiona unida, vota unida.