Integrar de forma saludable el uso de los dispositivos digitales en la infancia y la adolescencia constituye uno de los grandes desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad. Así lo pone de manifiesto un estudio realizado recientemente en España en el que se ha pulsado la opinión de más de 10.000 niños y niñas. La revolución digital ha dejado de ser un fenómeno tecnológico para convertirse en una transformación estructural de la sociedad. El acceso a pantallas con conexión empieza a una edad muy temprana y el uso de redes sociales y plataformas de vídeo se consolida antes incluso de la adolescencia. A los 10 años, el 41% del alumnado, según el citado informe, dispone ya de un teléfono móvil en propiedad. A los 12 años, la cifra asciende al 76%.
La semana pasada, Herminia Miralles, técnica de la Unidad de Prevención Comunitaria en Conductas Adictivas de Benissa, impartió un taller dirigido a jóvenes de 12 a 14 años para aprender a cómo construir nuestro mundo a través de las redes sociales. Garantizar el bienestar de niños, niñas y adolescentes en los entornos digitales plantea en la práctica desafíos complejos. Los riesgos en la relación con la tecnología en la infancia no son una novedad. Su uso temprano, intensivo y sin acompañamiento tiene repercusiones en el desarrollo infantil que invitan a considerar el tema como una cuestión de salud pública.

En el estudio se habla de cibervictimización escolar, término que se refiere a la experiencia de sufrir daños a través de medios digitales, como redes sociales, mensajería instantánea o plataformas en línea. Estas conductas pueden incluir insultos, hostigamiento, difusión de rumores o la exclusión intencional de grupos virtuales. Cuando estas se presentan de manera repetitiva se habla de ciberacoso. Los datos reflejan que quienes sufren cibervictimación escolar presentan también un mayor malestar emocional y una peor calidad de vida.
Otro fenómeno es la violencia digital en la pareja que se ejerce a través de medios tecnológicos. Puede incluir conductas de control, amenazas, chantajes, difusión no consentida de información o imágenes privadas, así como otras formas de hostigamiento que limitan la autonomía, la intimidad y el bienestar de la persona afectada. Uno de cada tres adolescentes que tiene o ha tenido pareja en algún momento de su vida refiere haber sufrido alguna manifestación de este tipo de violencia de manera frecuente (al menos una vez al mes).
El uso de las redes sociales en la adolescencia está estrechamente vinculado a la búsqueda de conexión social, la expresión de la identidad y la construcción de relaciones con los iguales. Aunque ofrecen oportunidades para el aprendizaje, la creatividad y el ocio, también pueden conllevar riesgos asociados a la privacidad, la autoimagen y la exposición a dinámicas de presión social. Las chicas presentan un comportamiento más activo en las redes sociales subiendo con mayor frecuencia fotos o historias, coreografías o reels o participando en retos virales.
Una conclusión del estudio es que más de la mitad de adolescentes comienza a manifestar cierta necesidad de desconexión del entorno digital.

Edad mínima de acceso
Esta cuestión ha sido tratada en el seno del Parlamento Europeo porque hay una gran preocupación por los riesgos para la salud física y mental de los menores en internet: el 25 % muestra un uso “problemático” de los teléfonos inteligentes. Los eurodiputados pidieron a la Unión Europea medidas ambiciosas para proteger a los menores en internet, como una edad mínima edad mínima armonizada en toda la UE para el acceso a redes sociales, plataformas de intercambio de vídeos y compañeros de IA, a los 16 años, aunque permitiéndolo desde los 13 años con consentimiento parental. Incluso de habló de desarrollar una aplicación de verificación de la edad y la cartera europea de identidad digital pero a sabiendas que estos sistemas no eximirán a las plataformas de la responsabilidad de garantizar que sus productos sean seguros y adecuados para las distintas franjas de edad. La Eurocámara sugirió que se pueda exigir responsabilidad personal a los altos cargos de las empresas en casos de incumplimiento grave y persistente, sobre todo en lo tocante a la protección de menores y la verificación de la edad.
Australia se ha convertido en el primer país en prohibir las redes sociales para menores de 16 años. Esta normativa, pionera en trasladar la responsabilidad directa a las plataformas digitales, exige a Facebook, Instagram, Threads, TikTok, YouTube, Snapchat, X, Reddit, Discord y Kick “medidas razonables” para identificar y desactivar cuentas de usuarios por debajo de la edad permitida. Con la nueva normativa se puede sancionar a las empresas tecnológicas con multas de hasta 49,5 millones de dólares australianos (casi 30 millones de euros).
Y todo porque los adolescentes están sometidos a una presión creciente en los entornos digitales y la exposición temprana a redes sociales puede agravar problemas de ansiedad, baja autoestima o aislamiento escolar. Entre los riesgos más citados figuran el ciberacoso, el engaño pederasta (grooming), el acceso a contenidos violentos o misóginos y la manipulación algorítmica. En el debate previo a la aprobación de la normativa pesó el testimonio de padres que perdieron a sus hijos por suicidio tras episodios de acoso en línea o crisis de salud mental.







