La banda ofrece un concierto para cantar y bailar desde la silla

El programa elegido por la Agrupació Artística Musical de Dénia para el concierto de la Santíssima Sang de 2021 suponía una ruptura con las propuestas de los últimos años. El repertorio tiró de pop y de rock, con guiños a los años 60, 70, 80 y 90, principalmente. Fue un concierto fresco, con ritmo y melodías conocidas, de esas que invitan a corear las canciones y mover el cuerpo. Y así lo hizo el público, desde las sillas y con las mascarillas puestas, sin olvidar que estamos en pandemia pero con la ilusión de que un día todo esto pase y de nuevo podamos volver a cantar y bailar temas que, como los que sonaron esa noche, nos trasladan a un tiempo mejor.

        Frank de Vuyst dirigió a la banda en un concierto que empezó con fuerza, como en un intento para superar una odisea, la que vivimos, con buen ánimo y sin miedos ni supersticiones ante lo desconocido. El programa arrancó con Odyssey, de Jay Chattaway, y los músicos despidieron la noche con Superstition, de Stevie Wonder. Principio y fin de una velada pensada para disfrutar y reencontrarse con el pasado, pero también con la buena música, la de siempre, esa que no morirá, con canciones ya míticas y que no pueden faltar en las listas de éxitos de todos los tiempos.

        Sonaron temas de The Beatles, Abba y Freddy Mercury, con una Bohemian Rhapsody especialmente aclamada y tarareada. Hubo un hueco para la ópera rock, con Jesucristo Superestar, y también para Eurovisión. De nuevo aplausos y público en pie tras la intervención de Sara Pérez Gomar, percusionista de la banda que puso voz a Rise like the Phoenix. El popurrí de Deep Purple transmitió mucha energía a un público entregado que echó el resto con los remember finales, dedicados a Mecano y Alaska.

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        Los espectadores, contentos. Los músicos, satisfechos. Y de regalo, además de Superstition, uno de los temas más cantados del repertorio de Michael Jackson, We are the world, tal vez por aquello de que nosotros somos quienes tenemos la responsabilidad de hacer un mundo mejor.

        La banda, como siempre, triunfó en el concierto de la Santíssima Sang, su gran cita anual con el público. Esta vez con el acompañamiento de la guitarra eléctrica y con un guiño final al mundo del espectáculo. Porque, no lo olvidemos, arriba del escenario había buenos artistas. Y abajo, en el extenso patio de butacas -suerte que se colocaron dos pantallas gigantes para seguir el concierto- nadie se movía. Tal vez porque había que esperar a que se le diese la salida por riguroso orden, por el tema de la seguridad, o quizás porque los dos bises le supieron a poco.

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